Del caudillismo al Estado Ciudadano (parte 4)
Continuamos con la democracia y con ella alta expectativa ciudadana en cuanto a la satisfacción social, cuando el caudillo dijo presente a través de los partidos políticos. Sus inicios marcados por el pacto de Punto Fijo (gobierno de unidad nacional, respeto por los resultados electorales, moderación discursiva, programa democrático mínimo…), entre los partidos políticos AD, COPEY y URD, con el apoyo y tutela de Estados Unidos, pero dejando por fuera el comunismo que había luchado contra las dictaduras, tanto de Gómez como de Pérez Jiménez.
Por lo que me es obligatorio recordar la importancia de la izquierda en Venezuela, que nace de su intelectualidad en la clandestinidad (1908), con su principal precursor Pio Tamayo, quien abre el debate entre los entonces estudiantes Rodolfo Quintero, Kotepa Delgado, Miguel Otero Silva, Juan Bautista Fuenmayor, Miguel Acosta Saignes, Gustavo Machado, Salvador de la Plaza, Olga Luzardo…con El Martillo, órgano de divulgación.
La exclusión del comunismo trajo como consecuencia que durante el primer periodo betancurista (1959-1964), a pesar de las importantes acciones públicas que se ejecutaron, como la reforma agraria, desarrollo de la industria petrolera, masificación de la educación… la izquierda se alzó en armas volviendo el país a las guerrillas internas, asesinatos, ataques, insurgencia armada…
Enfrentamientos que hereda el periodo de Raúl Leoni (1964-1969), que, aunque se distinguió por una política de amplia base, con URD de Jovito Villalba y el FND de Uslar Pietri, estuvo sujeto a alzamientos, incluso el desembarco de Machurucuto (1967) organizado por el gobierno cubano. Ultra izquierda que es pacificada por Rafael Caldera (1969-1974), “se dice que apunta de plata, no me crean”.
Sobreviene entonces el periodo de la Venezuela Saudita, con Carlos Andrés Pérez (1974-1979), cuando subió el barril de petróleo por efecto de la guerra de Yom Kipur (1973), durante el cual se nacionaliza la industria del hierro y la petrolera, se crea Petróleos de Venezuela, actual PDVSA… Tiempos de abonanza económica, derroche y crecimiento desbordado, que daba una sensación aparente de armonía prendida de alfileres como explican Naín y Piñango.
Con Luís Herrera Campins (1979-1984) comienza un proceso de deterioro económico y deslegitimación institucional, fuga de capitales, devaluación del bolívar (viernes negro 1983), corrupción administrativa, implantación de control de cambio (Recadi); a pesar de que el barril de petróleo se encontraba en in promedio de 30$ o quizás por eso.
Crisis cuya consecuencias no se hacen esperar con las exigencias de cambios en la conducción política, que asume Jaime Lusinchi (1984-1989) y que canaliza a través de la Comisión Presidencial para la Reforma del Estado (COPRE), un espacio amplio y plural que propuso una serie de medidas: elección directa de gobernadores y alcaldes, participación ciudadana, depuración del poder judicial, descentralización… entre otras; pero muy pocas se implantaron efectivamente, como decía Margarita López Maya “lo que hacían en el día lo destejían en la noche”, como al Tejido de Penélope.
Comienza el segundo gobierno de Carlos Andrés Pérez (1989-1993), con alto nivel de popularidad que había dejado su antecesor y con un nuevo programa de ajuste denominado el Gran Viraje. El anunció de las medidas el 16 de febrero 1989 fue el detonante inmediato de un estallido social importante denominado El Caracazo, un acto de furia colectiva. El gobierno tuvo que reprimir y según las cifras oficiales hubo 276 muertos, pero el comité de familiares de las víctimas (COFAVIC) dijo que no se sabe cuántos, muchos cuentan que vieron montañas de cuerpos.
Este trágico sacudón dio comenzó a una ola renovadora que exigía mayor participación en los asuntos públicos. Por ello, el fortalecimiento a nivel nacional de las asociaciones de vecinos, la instalación de la comisión de los notables… Pero, ya había eventos importantes que propugnaban por mayor participación de la gente, como: la propuesta de constitución de Rafael Caldera, la constitución pastoral Gaudium et spes… Caldo de cultivo que da inicio a un proceso de descentralización de competencias del Poder Nacional a los Estados, para lo cual se aprueba una ley de descentralización que le dio forma a ese, parcial e inconcluso, proceso.
Pese a ello, contra Pérez hubo un intento de golpe de estado (1992),que catapultó a Rafael Caldera a la presidencia (1994-1999), con su frase “Es difícil pedirle al pueblo que se inmole por la libertad y por la democracia, cuando piensa que la libertad y la democracia no son capaces de darle de comer…”. Periodo signado por la percusión contra los banqueros que ayudaron económicamente a su contendor Oswaldo Álvarez Paz, lo cual condujo a una fuerte crisis financiera y política: intervenciones bancarias, emergencia financiera, fuga de capital, quiebra de empresas, frenó el proceso de descentralización que, tímidamente, se había iniciado a instancia del documento de la COPRE e indulta a los militares golpistas.
En suma, la democracia fue degradando en medio de componendas cupulares, que alejaron a la sociedad. Tiempos convulsos y de una profunda crisis ética y moral, cuando el rol de los partidos políticos fue duramente criticado por el personalismo, el clientelismo, amiguismo y la corrupción, donde no había democracia interna y era el sistema digital, del dedo, el que se imponía, con ello, una consecuencia perversa porque los candidatos y funcionarios electos no respondía a la gente sino a quien los designó.
En efecto, el relevo político de la democracia no supo colocarse a tono con las necesidades de la población, se encapsuló a gastar el dinero de la renta petrolea, sin un buen diseño de políticas públicas que repercutieran en beneficio de la colectividad, sólo en el fortalecimiento de los partidos políticos que asfixiaron a la sociedad captando las organizaciones sociales, que eran adecas o copeyanas.
Un régimen político federal cuyo sistema estaba absolutamente centralizado, todo se resolvía en Caracas, con el carnet del partido político. Con ello, se generó un sentimiento de orfandad ciudadana que lo reflejó Arturo Uslar Pietri, cuando decía “(…) ni el elector tiene quien lo represente, ni a quien reclamar el cumplimiento de las promesas electorales (…)”.
Ese liderazgo quedó atrapado en su propia madeja sabían que debían cambiar, pero no podían hacerlo sin perder sus privilegios. Esta crisis de legitimidad partea al Caracazo (1989), el golpe de Estado (1992) y el enjuiciamiento de Carlos Andrés Pérez (1993).
Es así como la democracia quedó concentrada en las esferas de poder de los partidos políticos, únicos representantes de la voluntad del Estado, como sentencia Brewer Carías. Partidos que cohabitaban a través de múltiples concesiones: contratos, empleos, beneficios inmerecidos… Una democracia de los cogollos, élites, que arrinconó a la sociedad.
Es el mismo caudillo de la colonia que robaba y asaltaba, que luego luchó por la independencia, pasó a las montoneras y asaltos al poder y que, por último, se incrusta en los partidos políticos. En una relación, como ya hemos dicho, de ordeno y mando, no tiene aliados sino incondicionales y no tiene adversarios sino enemigos a vencer y eliminar.
La mesa servida con la insatisfacción ciudadana como plato principal gestó el triunfo electoral de Hugo Chávez frías, periodo que analizaremos en el próximo artículo.
Carlota Salazar Calderón
[email protected] @carlotasalazar
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