ALY KHAN, DE PUNTA A PUNTA

0
766

Es un placer escribir sobre la vida de Virgilio Decán, mejor conocido como «Aly Khan», sin duda, el mejor narrador hípico de habla hispana de todos los tiempos. Ícono de la venezolanidad, apreciado por muchos y respetado por todos. Esta semana cumplirá 91 años, lleno de lucidez y cubierto de gloria.

Todos los venezolanos mayores de 30 saben quíen es. Estuvo 52 años, domingo tras domingo, describiendo sin arrogancia el movimiento hípico, incluso desde hipódromos extranjeros, con tanta calidad en su voz, tanta emoción, tanta precisión y tanta credibilidad, que se ganó cuanta condecoración, premio y distinción existiera, incluyendo 25 Guaicapuros de Oro y un doctorado Honoris Causa.

Hijo de una mujer pobre de origen indio (de La India, por supuesto) quien lo trajo al mundo el 13 de julio de 1931, en una vivienda del barrio La Alameda en Ciudad Bolívar que el Orinoco inundaba cada vez que crecía. Su interés por el uso correcto del lenguaje lo motivó a estudiar castellano en el Pedagógico de Caracas. Se graduó de abogado en la UCV en 1962; de piloto para manejar su propio avión, y de locutor con el título número 1181.

Fue la voz que identificaba nuestros domingos a través de la radio y la televisión, cuando en casi todos los hogares se tenía por costumbre «sellar el cuadrito» con la esperanza de salir de abajo. Era la emoción del fin de semana que acompañaba el sancocho, el paseo al río y la algarabía en la esquina. Si lo sabré yo, que bastante dupletas vendí y que estuve pegado a la radio desde aquel domingo cuando Mackenna’s Gold, con Ángel Francisco Parra, ganó el Clásico Fuerzas Armadas de 1973, después de salir de último.

Sin embargo, la carrera más importante de su vida comenzó a perderla con la llegada de Chávez al poder, quien consideraba que el hipismo, más que un deporte, era un vicio, «una costumbre de la burguesía».

La Ley Habilitante de 1999 aprobó la liquidación del Instituto Nacional de Hipódromos. El programa «Aló Presidente» le fue restando espacios a «Monitor Hípico» y al espectáculo en general, hasta que el 4 de agosto de 2004, Conatel prohibió definitivamente las trasmisiones hípicas en los horarios de costumbre. Se acabó el 5 y 6, y con aquello, la industria que generaba empleos a 100 mil familias, ingresos a la nación y entretenimiento a la población.
– «Es una decisión absurda, insólita y ridícula», dijo Aly Khan embargado por la tristeza.

Lo más grotesco y doloroso llegaría después, cuando un portero de La Rinconada le prohibió la entrada señalando que allí «no había ya más nada que trasmitir».
«Búscate otra cosa», le dijeron con desprecio.
-«Fue un gran golpe», expresó Virgilio Decán, tras 52 años de trabajo.

Ni siquiera, cuando lo declararon «clínicamente muerto» en 1995 después de varios días en coma producto de una diverticulitis, fue tan penoso.

El tiempo, que a veces parece la mejor medicina para curar heridas y callar bocas, ha hecho que el gobierno actual, reconsidere la medida de cierre y haya retomado la actividad hípica tras 16 años de ruindad, contrariando «el legado», hasta el punto de que en 2021, el actual presidente y varios de sus ministros, «leales siempre, traidores nunca», asistieron por primera vez en este siglo a la Rinconada, y por si fuera poco, se haya organizado en 2020 el «Clásico Internacional Virgilio Decán»… ¡Qué ironías!

Una gitana, leyéndole la mano, le vaticinó en Montevideo, hace mucho tiempo, incluso antes de su gravedad, que viviría más de 93 años, y allí está, galopando la vida, pegado a la baranda por si acaso, recibiendo aplausos desde las tribunas y viendo los caballos desde la barrera.

Que bueno sería que bautizaran el hipódromo con su nombre, solo para verle la cara al portero infeliz que cerró el paso al auténtico dueño de nuestros domingos de antaño.

¡Eso sí sería un batacazo!

Jesús Antuárez

*sociólogo/periodista

Jesús Antuárez
10 julio 2022
@Epicentro88
facebook/ instagram