Hay hombres que, para las nuevas generaciones tumeremenses, nada significan, y que, sin embargo ayer no más, especialmente en las dilatada selva guayanesa, fueron la síntesis de muchas aspiraciones, de muchos actos que conmovieron las raíces de la región, de muchas leyendas que, a pesar de todo, conservan una integra significación patria y perpetúan un gesto autónomo y viril del espíritu de nuestro pueblo.
Entre estos afanes que produce esa epopeya primitiva, cuyas características reflejan una campechanía , acompañada de esa retorica inusual, que nada les importa la historia de Tumeremo, pero que al final de cuentas es el propio gentilicio que reclama el deber de defender ese legado histórico que por imperativo de la historia nos corresponde. Es hora de fijar una posición, firme y decida con el fin de preservar nuestra identidad como pueblo histórico.
En esa intrincada selva envueltas en el hálito misterioso de la Guayana, la tierra de la sarrapia, del caucho, del oro y de las aventuras inverosímiles. Para la primera década del siglo y ultima del anterior; por aquellos montes y sabanas, anduvo el recuerdo de un hombre, quien con sus conocimientos científicos se destacó dejando muy en el alto el nombre venezolano, el Dr. Miguel Emilio Palacio, nació en la Ciudad de Calabozo,Estado Guárico, el 19 de Marzo de 1849,siendo hijo legitimo de Don Ramón Palacio, nieto en tercer grado de Doña María de la Concepción Palacio y Blanco, y de Doña Trina Viso de Palacio, ambos oriundos de la Ciudad de Barinas.
A la edad de doce años fue llevado a Caracas por su tío Don Manuel Palacio, empezando sus estudios, siendo más tarde mandado a Londres donde ingresó en uno de los principales Colegios, permaneciendo durante catorce años hasta graduarse en Doctor en Ciencias Exactas e Ingeniero Civil y de Minas.
Regresó a nuestro Continente una vez coronados brillantemente sus estudios y dirigiose a la República de Chile, contratado por algunas empresas Mineras que utilizaron sus servicios por varios años. Dé Chile pasó a la Argentina y Uruguay. Desde el Rio de la Plata se encaminó hacia el Perú, solicitado por empresas poderosas que le destinaron a la dirección de ferrocarriles, construcción de edificios, puentes, etc.-Encontrándose en la Republica del Perú fue llamado a Caracas por el Dr. Raimundo Andueza Palacio, Presidente de la República y primo hermano del Dr. Miguel Emilio Palacio. Una vez en Venezuela, fue comisionado por el Gobierno Nacional para que realizara una recorrida en la línea fronteriza comprendida entre la Guayana Británica y la Guayana Venezolana, conjuntamente con los Ingenieros Ingleses Amestoy y Mac Ferson, desde Punta Barima hasta la proximidad de la fuente del Caroní.Reocorrio el Territorio Nacional en un término de de dos años produciendo Informes científicos de numerosos yacimiento auríferos y haciendo levantamientos topográficos.
Posteriormente el Dr. Miguel Emilio Palacio se establece en El Callao donde empezó sus investigaciones mineralógicas con carácter puramente privado y dominado por su profundo amor a esta Ciencia. El Gobierno Nacional le ordenó la fundación de la Escuela de Minería del Yuruari con asiento en Guasipati, Capital del Territorio Yuruari.
El Dr. Palacio levantó los planos subterráneos de todas las minas de la región de Nueva Providencia, Panamá, Potosí Viejo, Socorro, profundizó los estudios de los filones de Chile, Perú, Nacupay, Callao Bis en Caratal, entre otros.
En 1885 efectuó estudios geológicos de los ríos Cuyuni y sus afluentes, La Venamo, Caravisí, Botanamo, Peramán. Chicanán, Chibao, Yuruan, Yuruari, Caspon, Mochila, Supamo, Suramo, Parapapoyo, Carrao, Acanán, Antabares y Paragua. Fijó las coordenadas geográficas del Yuruan hasta el Salto Parabán, e igualmente las desembocaduras de los ríos Mochila, Gaspón, Suramo y Supamo, e igualmente las coordenadas geográficas correspondientes a los Saltos Quinotobaca y Parurobaca, como también las desembocaduras de los señalados ríos.
Cabe destacar que en los últimos meses de 1899 una terrible desgracia sobrevino al sabio ilustre; mientras efectuaba una inspección subterránea en unas galerías de profundidad, se sintió mal y al subir a la superficie sufrió efectos de la transición significándose en una parálisis que días después lo dejó ciego completamente.
Como la gran mayoría de los sabios, de los hombres buenos y probos, él DR. Palacio murió pobre, pero la resonancia de un día glorioso a Venezuela y la América lo envolvió en sus recuerdos. A las once de la mañana del 19 de abril de 1931, murió en la población de Upata,Estado Bolivar,el gran luchador, el sabio, el hombre austero, quien con sus conocimiento científicos, logro la ubicación de los ricos yacimientos auríferos de Guayana.
Como ironías del destino el nombre del Dr. Miguel Emilio Palacio, permanece en la indiferencia absoluta de quien gracia a sus conocimientos científicos, hoy en día la minería se ha convertido en una fuente sustentable para impulsar la economía lugareña y mitigar el alto grado índice de inflación. Pero tampoco es menos cierto que el Dr. Palacio merece un reconocimiento del sector minero de Guayana, e igualmente la Municipalidad de Sifontes, debería tomar en cuenta su actuación, muy bien erigiéndole una Plaza o bien un Obelisco, a ese insigne venezolano.
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