Sidney.- Los migrantes con destino Australia son rechazados en alta mar o confinados en campamentos, pero esta dura política de un país construido gracias a la inmigración empieza a contrariar a una opinión conmocionada por la situación de los sirios.
En momentos en que Europa se apresta a abrir sus puertas a los refugiados, el gobierno del primer ministro conservador Tony Abbott ha prohibido el acceso a su isla-continente. Ningún barco de refugiados ha llegado a sus costas desde hace más de un año, reseñó AFP.
En 2008 eran escasas, pero en 2013, las embarcaciones cargadas de migrantes procedentes de Afganistán, Sri Lanka y Oriente Medio llegaban casi a diario, y centenares de personas murieron ahogadas en las peligrosas aguas de Australia septentrional. Los refugiados son aceptados en Australia gracias a un programa humanitario limitado a 13.500 plazas por año.
Los barcos de los clandestinos son sistemáticamente rechazados por la marina australiana. El mayor secreto reina sobre estas operaciones en alta mar. Los que, a pesar de todo, consiguen llegar a la costa son enviados a campamentos de retención en dos islas del Pacífico.
Ya no se producen ahogamientos, pero los defensores de los derechos humanos denuncian el confinamiento de los solicitantes de asilo, incluso los niños, durante períodos indeterminados, y lo califican de política cruel que viola las obligaciones legales de Australia.
Varios niños han sufrido abusos sexuales en estos campamentos, que acogen a 1.500 personas, y algunos migrantes se han suicidado en ellos, acusan estos defensores. Hasta ahora, la opinión pública se mantuvo al margen de esta controversia.
Pero las imágenes del cuerpo de Aylan Kurdi, el pequeño sirio de tres años naufragado en una playa turca, han empezado a hacer cambiar las cosas.
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