BRASILIA.- Brasil superó este viernes el millón de infectados por la pandemia del nuevo coronavirus, una semana antes de cumplirse cuatro meses después del primer caso registrado el 26 de febrero en Sao Paulo, que fue también el primero en América Latina, con casi 49.000 óbitos causados por la COVID-19.
Con una curva aún ascendente de contagios, Brasil ocupa el segundo lugar en el mundo en el número de personas contaminadas, sólo detrás de Estados Unidos, que tiene más de 2,2 millones de casos confirmados.
Los especialistas coinciden en apuntar las dificultades de las clases más vulnerables para tomar las medidas para evitar la diseminación del virus y el contagio, por carecer de los medios necesarios y por la necesidad de muchos que trabajan en el sector informal de salir a buscar el sustento cotidiano.
Según los cálculos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), América Latina representa en la actualidad la mitad del número de nuevos casos de COVID-19 en el mundo, y Brasil se ha convertido en el país con el mayor aumento de registros.
El Ministerio de Salud brasileño señaló el jueves que los casos y muertes causadas por el coronavirus estaban «en vías de estabilización» en el país, pero los datos divulgados un día después, con una cifra récord de 54.771 nuevos casos en las últimas 24 horas, echaron por tierra esa expectativa.
Este viernes, las autoridades confirmaron 1.032.913 casos confirmados y un total de 48.954 muertos a causa de la enfermedad.
Para el doctor José David Urbaez Brito, secretario de la Sociedad Brasileña de Infectología, aún es prematuro para decir si Brasil ha alcanzado el pico del contagio, porque los casos continúan aumentando y la reapertura económica en varios estados del país podría causar un nuevo movimiento ascendente.
«Por ser un país continental, tenemos varias epidemias ocurriendo, cada ciudad con sus características, sus actividades, su desarrollo socioeconómico. Eso hace que tengamos diferentes situaciones de avance de la epidemia.
«Las actividades están volviendo, con una circulación de personas muy significativa, es decir, el virus se sigue propagando», dijo Urbaez Brito en entrevista a Xinhua.
«Creo que aún estamos lejos del pico, porque el pico depende mucho de medidas para parar la propagación y reducir los casos y los óbitos. Eso depende de tomar medidas más restrictivas, más intensas, de aislamiento social», agregó.
Diferentes estudios apuntan además que el número de infectados podría ser mayor que el contabilizado oficialmente, debido a que la mayoría de los casos pasan desapercibidos porque muchos casos leves no son notificados y por el número reducido de tests.
Esta semana, el oficial Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE) estimó que 22 millones de brasileños declararon haber sentido síntomas relacionados con la COVID-19, aunque no es posible saber si todos fueron efectivamente contaminados.
Un estudio de la Universidad Federal de Pelotas indicó, a partir de pruebas de detección de anticuerpos que, por cada caso diagnosticado oficialmente, pudieron ser identificados 7 en los principales centros urbanos.
La pandemia siguió en Brasil una trayectoria diferente al resto del mundo, donde el pico llegó rápidamente, mientras que en el país sudamericano se desarrolló de forma más lenta.
Desde el punto de vista social, durante las primeras semanas los contagios se concentraron en grandes centros urbanos como Sao Paulo, Río de Janeiro y Brasilia, entre personas de clase media y alta, acostumbradas a viajar al exterior.
Gradualmente, la pandemia se fue «interiorizando», afectando a todas las regiones del país y penetrando en los barrios populares y en las «favelas», donde las condiciones de hacinamiento y la carencia de servicios básicos potencian el riesgo de contagio.
«Falta a esas personas todo lo que es necesario, desde el agua y el jabón para hacer la higiene correcta. No tienen acceso a una infraestructura de vivienda para hacer el aislamiento correcto, y no tienen acceso a un dispositivo de protección de renta básica para no tener que salir y exponerse trabajando porque si no no tienen medios de subsistencia», resaltó Urbaez Brito.
A partir de abril, el Gobierno otorgó una ayuda emergencial de 600 reales (113 dólares) mensuales por tres meses a los trabajadores informales, pero muchas personas reportaron problemas para acceder al beneficio.
En las últimas semanas, por otra parte, diversos estados brasileños autorizaron la reapertura de las actividades comerciales y productivas.
«La pandemia está en un crescendo. Junto con la apertura de la circulación de personas, prevemos que exista un aumento de casos hasta que la estructura de asistencia llegue al límite de disponibilidad», señaló.
La consecuencia podría ser que la epidemia lleve a los gestores locales a retomar las medidas de aislamiento, como ocurrió la semana pasada en grandes ciudades como Curitiba o Campinas.
«En este momento la posibilidad de que la capacidad de asistencia se vea saturada está como norte de las medidas. Si hay Unidades de Terapia Intensiva suficientes, se habilitan las actividades económicas, y si no se cierra», explicó.
Según el experto, la prioridad debería ser montar una estructura para realizar tests masivos, usando las plataformas de las universidades, los institutos de pesquisa y los laboratorios clínicos.
«Lo ideal sería un cierre profundo, permitir sólo las actividades esenciales y un programa de apoyo de renta básica universal y apoyo para las empresas. Sostener el aislamiento hasta que haya una caída importante, y entonces abrir las actividades con mucho monitoreamiento y muchos tests», consideró. Xinhua
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