Columna: Desde El Orinoco

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¿Conocemos los perversos efectos de las Redes Sociales?

Quiero compartirles esta historia real escrita por Jane Wakefield para la BBC, bajo el nombre: Los preocupantes efectos negativos de las redes sociales sobre la salud mental de los niños y adolescentes  y publicado en la página web:

https://www.bbc.com/mundo/noticias-43032001

Cuando el doctor Rangan Chatterjee, de Reino Unido, recibió por primera vez a un chico de 16 años que se había autolesionado y había acabado en urgencias, lo primero que pensó fue en darle antidepresivos.

«Pero hablé con él y me pareció que su uso de las redes sociales estaba teniendo un impacto negativo en su salud».

Así que en lugar de medicarlo le propuso una solución simple: debía intentar desengancharse de las redes sociales.

Al principio eliminando su uso una hora antes de acostarse y, con el paso de varias semanas, aumentándolo a dos horas por la mañana y dos horas antes de irse a dormir.

«Después de seis meses dijo que se sentía significativamente mejor y recibí una carta de su madre que decía que estaba más contento en el colegio y más integrado en la comunidad».

«Algunos niños pierden o rompen a propósito sus celulares para acabar con los mensajes que los angustian».

¿Qué les parece este impactante relato de Jane Wakefield?

Sabemos que las sociedades avanzan. Son indetenibles y necesarios los cambios y transformaciones, porque representan el avance de las sociedades. No tiene sentido oponerse a los cambios, porque sería “anti natura” y nos impediría el progreso y la modernidad.

Ahora bien, debemos tener la mesura, sentido común y la sabiduría necesaria, para saber “procesar y dosificar” algunos aspectos de esas cambios y renovaciones que nos traen la tecnología y los avances sociales.

Uno de esos aspectos, muy en boga por ciento, son las llamadas Redes Sociales.

Sería insensato y nada inteligente, intentar oponerse a esa efectiva, rápida y apaionanante manera de comunicarse con otros. Las redes sociales son unos de los fenómenos más impactantes, globalizados y populares de estos tiempos, especialmente entre los jóvenes.

No obstante, la intención de mis reflexiones de este artículo, es llamar la atención, sobre esos efectos perversos y nada favorables, que nos están generando las redes sociales.

Toda persona, independientemente de su ocupación o área de actividad, pero especialmente, quienes educamos y tratamos de contribuir con el crecimiento y la formación de los seres humanos, estamos observando esa negativa superficialidad, banalidad y pocos educativos contenidos de muchos actores, incluso de los llamados “influencers” que tienen gran cantidad de seguidores.

Especialmente nuestra juventud, dedica muchísimo a las redes sociales con abundante contenidos para el relax y el esparcimiento. Por tanto, esos jóvenes pasan muchas horas en el entrenamiento, pero muy poco en su formación y crecimiento personal.

Se observa  una perversa “dependencia” de las redes y especialmente hacia contenidos poco educativos, ni edificantes, con lo cual nuestros jóvenes están “coartando” su formación y ocupan su valioso tiempo en compartir aspectos poco provechosos en las redes sociales.

También encontramos abundantes casos, como el resultado por Jane Wakefield sobre los negativos efectos en la salud, mental y física de nuestros jóvenes

Muchos jóvenes con extraordinaria inteligencia, han encontrado una manera muy sencilla y de poca preparación profesional, al convertirse en afamados actores de las redes sociales con millones de seguidores, difundiendo contenido muy poco educativo

Podríamos expresar que un efecto muy negativo de las redes sociales es que tenemos jóvenes millonarios, sin preparación alguna que son famosos mundialmente por difundir contenido superficial y millones de jóvenes que desaprovechan su tiempo, para dedicarse muchísimas horas al entretenimiento

¿Qué podemos hacer al respecto?

Tenemos el enorme reto de afrontar este delicado asunto y evitar que siga generando ese negativo efecto. Especialmente los padres, educadores, líderes y quienes tengan responsabilidad en la conducción de estas redes sociales, debemos debatir ampliamente con nuestros jóvenes sobre esta realidad. Hay que orientar a la juventud sobre la “dosificación” del uso de las redes, así como alertarles sobre los contenidos de esas apasionantes redes.

Es normal y necesario el esparcimiento, pero lo que no debemos seguir aceptando, de manera pasiva, es la distorsión educativa de nuestra juventud.

Seguir el actual camino, nos llevará a un “truncamiento” de la formación de nuestros adolescentes y un severo efecto en pocos años, al no contar con ciudadanos preparados, productivos, de valores y principios que hagan sustentable a la sociedad.

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Waldo Negrón

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