Columna: Desde El Orinoco

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¿Por qué aceptamos y nos ofendemos con los insultos?

Comparto con mis respetados lectores una historia, tomada del libro La Culpa es de la Vaca, reseñada por Arturo Dueñas y publicada en la página web:

https://edukavital.blogspot.com/2015/06/la-culpa-es-de-la-vaca-i-anecdotas.html

La historia dice: “En los días que corren es conveniente cederle un espacio a esta alegoría budista que transcribe Paulo Coelho y que hará pensar a muchos. Cerca de Tokio vivía un gran samuray, ya anciano, que se dedicaba a enseñar el budismo zen a los jóvenes. A pesar de su edad, corría la leyenda de que era capaz de vencer a cualquier adversario. Cierto día un guerrero conocido por su total falta de escrúpulos pasó por la casa del viejo. Era famoso por utilizar la técnica de la provocación: esperaba que el adversario hiciera su primer movimiento y, gracias a su inteligencia privilegiada para captar los errores, contraatacaba con velocidad fulminante. El joven e impaciente guerrero jamás había perdido una batalla. Conociendo la reputación del viejo samuray, estaba allí para derrotarlo y aumentar aún más su fama”.

“Los estudiantes de zen que se encontraban presentes se manifestaron contra la idea, pero el anciano aceptó el desafío. Entonces fueron todos a la plaza de la ciudad, donde el joven empezó a provocar al viejo. Arrojó algunas piedras en su dirección, lo escupió en la cara y le gritó todos los insultos conocidos, ofendiendo incluso a sus ancestros. Durante varias horas hizo todo lo posible para sacarlo de casillas, pero el viejo permaneció impasible. Al final de la tarde, ya exhausto y humillado, el joven guerrero se retiró de la plaza”.

“Decepcionados por el hecho de que su maestro aceptara tantos insultos y provocaciones, los alumnos le preguntaron”:

“¿Cómo ha podido soportar tanta indignidad? ¿Por qué no usó su espada, aun sabiendo que podría perder la lucha, en vez de mostrarse como un cobarde ante todos nosotros?”
El viejo samuray repuso:

“Si alguien se acerca a ti con un regalo y no lo aceptas, ¿a quién le pertenece el regalo?
Por supuesto, a quien intentó entregarlo, respondió uno de los discípulos.
Pues lo mismo vale para la envidia, la rabia y los insultos, añadió el maestro. Cuando no son aceptados, continúan perteneciendo a quien los cargaba consigo”.

“Nadie nos agrede o nos hace sentir mal: somos los que decidimos cómo sentirnos. No culpemos a nadie por nuestros sentimientos: somos los únicos responsables de ellos. Eso es lo que se llama asertividad”.

Creo que esta impactante historia, merece nuestra honda y serena reflexión. En mis Talleres de formación y motivación, insisto en la necesidad de tener nuestro Control y Manejo Emocional, que nos impida ser “presa” de las descalificaciones, improperios, insultos y agresiones verbales de personas toxicas que nos rodean.

“Eso es difícil profesor. Tenemos sangre en las venas y es normal ofendernos y molestarnos, cuando nos agreden verbalmente”, me responden con frecuencia.

Tal como reza esta historia de hoy, en nuestras manos, mejor dicho en nuestro manejo emocional y madurez emocional, está el secreto de no dejarse “arrastrar” por esas descalificaciones y conservar nuestra serenidad y equilibrio emocional.

Vivimos un mundo acelerado, tenso, estresante y donde nuestros semejantes, viven presionados por sus actividades cotidianas, máxime en un país como Venezuela.

No obstante, estamos obligados a saber vivir, interpretar acertadamente la vida y no dejarnos llevar por esa vorágine que nos rodea. Nada resolvemos, absolutamente nada, con molestarnos y llenarnos de ira, frente a las descalificaciones ni tampoco desanimarnos o entristecernos, frente a los duros problemas que debemos afrontar en nuestro país. La situación externa sigue igual, independientemente de nuestra rabia, nada en el entorno cambiará con nuestra mala vibra, malestares, rabias, desesperaciones ni esos sentimientos y emociones negativas. La situación externa, esa que sabemos es muy mala, seguirá igual y lo único que si pasará, es que nosotros nos enfermaremos y no podremos afrontar nuestras vidas.

El viejo samuray de esta historia, nos muestra sabiduría y una maravillosa actitud y filosofía de vida. Frente a las descalificaciones y agresiones, así como ante las duras adversidades que nos rodean, conservar la serenidad, el optimismo y conservar nuestra paz interna, la sonrisa y las ganas de seguir adelante. Seamos nuestros mejores aliados.

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Hasta la próxima semana. Gracias por leerme. Email: [email protected].

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