Columna: Orquestas & Soneros

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LA GESTA DE Al SANTIAGO PIONERO MUSICAL 

En una entrevista el  extinto productor Al Santiago, fundador del sello Alegre y creador de orquestas Jam Session apuntó lo siguiente :

Bueno. Yo vengo de una familia musical. Mi padre fue un músico profesional y mi tío fue también músico profesional, director de banda y arreglista. Mi padre tenía un piano en casa y mi hermana, quien era dos años mayor que yo, era estudiante de piano. De manera que, hasta donde mi memoria recuerda, había música en mi casa. Mi padre era también miembro de una gran orquesta y una vez a la semana, cerca de 20 o 30  músicos veníana la casa  donde nos habíamos pasado a vivir, en el Harlem Hispano NY.

Los músicos venían, uno traía una libra de café; otro, una libra de queso; y otro, un par de panes. Los muchachos ensayaban y las mujeres preparaban los «snacks».  Por eso yo pensaba que todos los niños de la vecindad  tenían una orquesta que venían a sus casas, una vez a la semana. Pensaba que un piano en casa era como un refrigerador. Bueno, en aquellos días era un congelador. Cuando yo estaba en el jardín infantil, comencé a darme cuenta que yo era una persona especial.  ¿No? una orquesta no va a la casa de todo el mundo, ni tampoco todo el mundo tiene un piano.

Mientras yo estaba en el jardín infantil, mi hermana estudiaba piano. Eventualmente llegué  a ser estudiante de piano con la misma profesora quien cobraba 50 centavos por cada lección. Era una mujer, una música profesional, que tocaba piano en el escenario latino de Nueva York.  A mí no me gustaban las lecciones de piano sino que amaba la música. Se llegó al punto que no me gustaba para nada el piano, tocaba el Vals de un minuto en 30 segundos, para que poder salir a la calle a jugar «softball».  Por eso dejé de tomar clases de piano. En casa yo escuchaba a mi padre practicando su violín, saxo tenor, saxo alto, saxo barítono, clarinete y trombón.  Él era multi-instrumentista. Tocaba diferentes instrumentos de viento con distintas orquestas. Así, un día, en los comienzos de mi adolescencia, miré una pieza de música, la parte de saxofón, y vi notas sencillas en la página. Y dije: “Oh Dios mio, esto es cosa de niños”. Una de las razones que me hizo desistir del piano fue que con la mano derecha tú tocas tantas notas, como tres o cuatro al mismo tiempo. Con la mano izquierda tú estas haciendo la misma cosa, en otra clave.  Estas leyendo música en una forma con tu mano derecha y de otra forma con tu izquierda. Tú podrías estar tocando siete u ocho diferentes notas. El piano es difícil. Y para mi ver la lectura del piano—en lo que Charlie Palmieri fue un experto—, era difícil.

Correcto, desde que el piano fue difícil, encontré que el saxo era más fácil.  Yo escogí el saxofón y llegué a ser el band-boy de la banda de mi tío. Era una banda grande que tenía una sección de saxos, una sección de trompetas y una sección completa de ritmo. Sin embargo, el instrumento más popular de la música latina en los treinta y cuarenta realmente era la guitarra, la cual se usaba para tocar lo que en aquel momento nosotros llamábamos música jíbara o música montañera. Montañera  significa música jíbara, de guitarra.

Yo era un «snob» musical. Tenía una novia que cantaba y tocaba guitarra y yo no llevaría su guitarra, ni se lo permitía  a ella.  Su hermano era quien la llevaba y no podía ir junto a nosotros. Tenía que caminar en frente o detrás de nosotros. Así era yo de intolerante con la música de guitarra. Lo mió era la banda, el gran sonido con saxofones y trompetas. Yo aprendí a gustar  de ese sonido de banda grande, de mi tío y de mi padre. Y fui saxofonista un día, después de ser el band-boy, de  la banda de mi tío.  Un día en una boda, mi tío me dijó: “Toma el puesto del  saxofón tenor”. Yo estaba  sorprendido, impactado, complacido y estaba desafinado. Me senté y recuerdo haber tomado un solo escrito, particularmente. Puse mi mano derecha en la llave equivocada y mi tío, quien estaba sentado al lado mió, me empujó el dedo adecuado, el correcto, y corrigió el error y sonó bien.

Me sentía maravillosamente y comencé  cuando tenía 15 años. Seguí tocando Saxofón con la banda de mi tío hasta que él, al final, decidió dejar de ser el director y abrió un almacén de discos.  En ese tiempo la tienda más famosa de discos de la ciudad se llamaba: Casa Latina Record Shop, ubicada en la calle 110 en Manhattan. Entones me dejó la administración de la orquesta. En esa época yo tenía 18 años y tenía a todo ese personal  de viejos entre los 30 y 40 años; hombres realmente viejos comparados con mi edad. Uno de ellos era mi papá, el saxofonista.

Bien, al fin, cambié el personal y traje los músicos que yo quería para mi banda juvenil, los cuales serian de la misma edad. Poco a poco, cada semana, yo traía a mis muchachos y al único que mantuve, desde luego, fue a mi padre. Esta es una respuesta demasiado larga a tu pregunta Vern, y me disculpo. Espero que sea fructífera.

Muy bien. Bien, que clase de música era la que tocaba la banda grande. ¿Era jazz, era música Latina o…?

Era  estrictamente Latina con alguna armonía de jazz por la influencia de la banda de Machito, la cual nosotros emulábamos porque nos considerábamos nosotros mismos “modernos”. ¡Sí!, un Machito con la influencia Americana por la asociación previa de Mario Bauzá con Chick Webb, pero la música era mayormente Latina. Nosotros tocábamos boleros, rumbas y guarachas, la cual no se tocó más desde que la guaracha se transformó en mambo. Recuerdo que el mambo era una figura de cuatro barras al final de la guaracha y con el tiempo  llegó  a ser el número completo (Tito Puente tuvo mucho que ver con eso y así lo hizo Pérez Prado.)  Nosotros tocábamos danza, ocasionalmente, lo cual es de origen indígena de Puerto Rico y a veces Danzón de origen indígena de Cuba. Cuando digo ocasionalmente, puede haber sido sólo un danzón o una danza una noche, o un merengue en una noche. El merengue es de origen indígena de Santo Domingo.  Nosotros comenzamos al principio tocando boleros y guarachas y después mambos. Entonces en  los años 1951 y 1952 agregamos el cha-cha-chá y una vez en un momento, guajiras. Estos eran los ritmos que tocábamos.

Parte 1 …. Continuará….

Nota: documentación extraída de la web Herencia Latina

J.Armando Gruber Bolívar 

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