Esta es la huella que Brasil ha dejado en la historia de la salsa
Brasil, ese hermano mayor que habla otra lengua y al que usualmente vemos distante, ha sido durante más de medio siglo una fuente inagotable de inspiración para la Salsa. Y los ejemplos abundan: ‘Cara de payaso’, de Tito Rodríguez, ‘Mi negrita me espera’, de Ismael Rivera o ‘Boranda’, de La Ponceña, son clásicos de la rumba en Cali, importados del Samba y el Bossa Nova.
Brasil, ese hermano mayor que habla otra lengua y al que usualmente vemos distante, ha sido durante más de medio siglo una fuente inagotable de inspiración para la Salsa. Y los ejemplos abundan: ‘Cara de payaso’, de Tito Rodríguez, ‘Mi negrita me espera’, de Ismael Rivera o ‘Boranda ’, e La Ponceña, son clásicos de la rumba en, importados del Samba y el Bossa.
Y de repente, en 1962, un pato se convirtió en la gran estrella de la música en Nueva York.
No se llamaba Donald ni Lucas. Este pato ni siquiera tenía nombre propio. Y tampoco era gringo. Venía de Río de Janeiro y su historia de artista fracasado había sido contada un año atrás por un guitarrista, medio neurótico y medio fantástico, llamado Joao Gilberto.
Según Gilberto, una tarde cualquiera este pato iba cantando samba por la vereda, cuando de repente un improvisado amigo decidió unírsele al coro. Pocos metros después ambos tuvieron la feliz idea de crear un cuarteto.
Convocaron entonces a un ganso y a un cisne a la movida y se fueron a la orilla de la laguna a ensayar. Después de los ejercicios de afinación, y convencidos los cuatro de que lo suyo realmente era la música, acordaron atacar el ‘Tico Tico no fubá’.
Tal vez pensaron que si Carmen Miranda ya había triunfado en Hollywood cantando ese tema con un racimo de bananos sobre la cabeza, el asunto no podía ser tan difícil.
Quizá en ese momento, el cuarteto de emplumados compadres ya se veía en la portada de Playboy. “Patos desafían a Sinatra”, diría el título. Pero la cosa no resultó. La voz del pato era en sí misma un desacato.
Y el cuarteto no pasaba de ser un auténtico desastre. Aún así, cuenta Gilberto, aquel día terminaron en el agua ensayando un simpático arreglo vocal que decía: “Quém! Quém! Quém! Quém!”
Brasil, ha sido durante más de medio siglo un referente y una fuente inagotable de inspiración para la música afrocaribeña. Los artistas de esta siempre han tenido un gran interés por los sonidos de ese país. Un ejemplo es la bossa nova que se convirtió en el objeto más deseado para muchos músicos, incluidos Tito Puente y Tito Rodríguez con sus discos y temas dedicados a ese género, que pueden considerarse como el inicio de una larga y prolífica relación entre la música de Brasil y lo que hoy conocemos en términos genéricos e imprecisos como salsa. Muchos artistas latinos reconocen la influencia de los sonidos brasileños en sus repertorios. El genial pianista puertorriqueño Papo Lucca, de La Sonora Ponceña, dice que Brasil ha sido una de sus grandes fuentes de investigación e inspiración. El que más ha trabajado a lo largo de su carrera con esta influencia ha sido Willie Colón, que tiene versiones tanto en solitario como en discos con Celia Cruz o con Héctor Lavoe. La sesión de hoy fue dedicada a versiones latinas de composiciones brasileñas. Pasarán aparte de los ya mencionados: Patato y Totico, Ismael Rivera, Tito Rodríguez, Tito Puente y La Lupe, Willie Rosario, Beny Moré, Mongo Santamaría, Rafael Cortijo o Roberto Roena.
Celia Cruz & Willie Colón – Only They Could Have Made This Album
Durante su trayectoria con la Fania, Celia Cruz colaboró con muchos de los músicos de la casa discográfica: Johnny Pacheco, Ray Barretto, Papo Lucca o Willie Colón.
Armando Gruber Bolívar
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