Columnna Desde El Orinoco

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¿Debemos lamentarnos por las dificultades?

Quiero compartir con mis consecuentes lectores, una historia que es muy usada en la formación de personas, para hacerlas más fuertes, ante las dificultades. Veamos

Un productor del campo tenía una finca bastante productiva, incluyendo caballos para sus actividades de campo. En una oportunidad lo llama el caporal de su finca y le expresa:

“Jefe, le tengo una mala noticia. Resulta que uno de sus caballos, ha caído en un pozo abandonado y nos resulta muy difícil sácalo de allí”

El propietario de la finca le pide a su leal encargado, que lo lleve al sitio y camina detrás de su colaborador, hasta que llegan al referido pozo. Una vez allí, el emprendedor campesino, observa la escena y comprueba que, efectivamente, el pozo es profundo y será extremadamente difícil, sacar a su brioso y hasta valioso caballo de allá abajo. Luego de reflexionar un poco, expresa lo siguiente:

“Ciertamente, no hay manera de sacarlo de allí. Aunque me resulta muy doloroso, le ordeno que mejor lo sacrificamos y llenamos ese pozo con arena, para no hacer sufrir varios días a nuestro caballo. Es mejor sepultarlo de arena y nos ahorramos sufrimientos mutuos. Llénalo de arena, de inmediato”

El leal colaborador responde: “Así será patrón, sepultaremos al caballo, ya estamos escuchando sus quejidos y es muy doloroso verlo morir de sed y hambre en ese pozo”. Acto seguido, conformó una cuadrilla de hombres, pala en mano y los llevó al pozo para concretar la orden del jefe

Para enorme sorpresa del capataz y los hombres que lo acompañaban, cuando lanzaban arena al pozo, el caballo se sacudía vigorosamente la arena y mientras más tierra le echaban, el caballo se acercaba más a la orilla del pozo, al utilizar la arena lanzada, como “soporte” para ir cimentando el pozo. De manera que la arena lanzada, supuestamente para “enterrar” al caballo, se iba convirtiendo en cimientos de tierra que iban acercando al caballo hasta la parte superior, hasta que luego de mucha arena lanzada, y sacudida por el caballo, el animal estuvo tan cerca de la orilla, que pudo salir caminando del pozo, ahora lleno de arena. Obviamente, el caballo salió muy cansado, por el enorme esfuerzo de sacudirse la arena, e irse montando sobre toda esa tierra lanzada por los trabajadores de la finca, para remontar esa tierra y salvar su vida.

¿Cuál es la lección de la historia?

La maravillosa enseñanza de esta historia, es que los seres humanos debemos aprender a “sacudirnos” la arena que la vida nos lanza sobre nosotros. Cada dificultad, cada obstáculo, cada mal momento y tropiezo en nuestras vidas, es el equivalente a una palada de arena que el caballo recibía en su pozo. Si el caballo habría sido pesimista y se resignaba a morir, pues habría sido sepultado por la arena.

De la misma manera, apreciados lectores, los seres humanos debemos saber “sacudirnos” las tragedias, dolores, contratiempos y malos momentos, para “crecer” para superarnos y mejorar como personas. Lejos de quejarnos o lamenentarnos por las dificultades y momentos aciagos, debemos convertir cada mal momento en oportunidades para ser mejores, más fuertes, más creativos y acerrarnos para ser exitosos y triunfadores en nuestras vidas.

No dejemos que otras personas nos llenen de malas energías, ni tampoco nos dejemos “sepultar” por malas acciones de otros, ni tampoco, por situaciones adversas que nos depare la vida.

A sacudirnos con fuerza las dificultades, a elevar nuestras fortalezas y a tener el ingenio y el optimismo, para apalancarnos en esas malas noticias y momentos desagradables, para colocarlos a nuestro beneficio y lograr nuestras metas. Fuerza mis lectores, ánimo y entereza, para saber superar malos momentos. Que ninguna “palada de arena” nos deprima y nos derrote. Imitemos el caballo de la historia. Pa lante con fuerza y decisión!!!

Hasta la próxima semana. Gracias por leerme. email: [email protected]. Twitter: @Waldo_Negron

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