Conoce el origen de los Reyes Magos

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Llevan décadas adornando los nacimientos de las casas españolas en Navidad como figuritas de plástico, pero ¿Cuál es el origen de esta historia?

Los Reyes Magos aparecen nombrados por Mateo en el Evangelio: «Unos magos que venían del Oriente se presentaron en Jerusalén, diciendo: ‘¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Pues vimos su estrella en el Oriente y hemos venido a adorarle» (Mateo 2, 1-12, Biblia de Jerusalén).

Jesús Callejo, investigador, autor de Fiestas sagradas y director del programa de radio La Escóbula de la Brújula, nos aclara que Mateo «es tan escueto en sus descripciones que habla de unos magos de Oriente sin especificar el número exacto, que buscan al rey de los judíos. Vamos, que habla tan poco de ellos que hay que acudir a tradiciones posteriores y a los evangelios apócrifos (considerados falsos por la propia Iglesia) para saber algunos datos complementarios que hoy pensamos que siempre han estado ahí».

¿Tres Reyes Magos? ¿Doce? ¿Sesenta?

«En la biblia se habla de los magos venidos de Oriente, pero no se especifica su número, por lo tanto, su representación variaba mucho», explica María Teresa García Pardo, doctora en Historia del Arte. «En el Románico es frecuente poner solo uno. En el siglo XII se decidió establecer el número de tres Reyes Magos. El motivo es que se identifican con los tres continentes conocidos (Europa, Asia y África), con las tres personas de la Trinidad y con las tres edades del hombre (joven, maduro y anciano, de manera que queda patente que el ser humano debe adorar a Dios a los largo de toda su vida). Melchor es el mago de mayor edad, Gaspar representa la madurez y Baltasar la juventud».

Jesús Callejo, añade que «hasta el siglo IV no había un criterio común en cuanto al número exacto de reyes que visitaron el portal: dos, tres, cuatro, seis, doce y hasta sesenta (para la Iglesia copta), según la tradición que escojamos».

¿Y el rey negro?

«Si alguien va a una pinacoteca o hace una búsqueda en Google, que observe los numerosos cuadros de la presencia y adoración de los Reyes en el pesebre», explica Callejo. «Si está pintado antes del siglo XVI, Baltasar deslumbrará por su blancura, pues no fue negro iconográficamente hablando hasta el siglo XVI. En esa época se le empieza a representar de esta guisa en esculturas y pinturas por necesidades estratégicas y geográficas: si representaba a África tenía que ser moreno. El cuadro más antiguo en el que aparece un Baltasar negro (al menos, que yo conozca) es en una obra de El Bosco, Tríptico de la Adoración de los Magos, datado hacia el año 1500 que, por cierto, está en el Museo del Prado. Y, ya puestos, cuando se produce el descubrimiento de América a alguien se le ocurrió la idea de que uno de los reyes debería ser amerindio con su tocado de plumas y al que le tocó en suerte ese papel fue a Baltasar».

García Pardo señala que otro cuadro interesante para los seguidores de la mitología de los Reyes Magos está también en Madrid y en él se ve a los tres reyes blancos: «Puede apreciarse en las pinturas del románico y el gótico, e incluso en el mapa de Juan de la Cosa del año 1500, que se conserva en el Museo Naval de Madrid».

«Reyes Magos» en español, «los tres sabios» en inglés. ¿Pero qué eran exactamente?

Para Jesús Callejo es «casi seguro que estos ilustres personajes bíblicos, de ser algo, serían magos, sabios o astrólogos persas conocedores de las estrellas, pero lo de reyes daba más caché. En las pinturas de las catacumbas de Santa Priscila (inicios del siglo II), por ejemplo, son representados como nobles persas».

¿Iban realmente en camello?

Es habitual que en los belenes de las casas españolas veamos a Melchor, Gaspar y Baltasar subidos a lomos de camellos, pero en algunas versiones de la tradición es Melchor el que va a lomos de un caballo mientras Gaspar lleva un caballo y Baltasar un elefante. Callejo explica: «En los evangelios canónicos nada se dice de su medio de transporte. El que vayan con camellos, o el resplandor que emana de la cuna donde reposa el Niño Jesús o la famosa marcha a Egipto huyendo del malvado Herodes son informaciones que solamente aparecen en evangelios apócrifos. Por ejemplo, El Evangelio Árabe de la Infancia asegura algo mucho más insólito e inverosímil: “Partidos de Persia al primer canto del gallo, llegaron a Jerusalén al rayar el día» (Cap. VII). ¡Lo más parecido que conozco a eso es la teletransportación!».

¿Por qué oro, incienso y mirra?

Son los tres obsequios que en el relato que todos conocemos los Reyes Magos llevan al niño Jesús. «Le ofrecen oro porque es el rey de los judíos», explica María Teresa García Pardo, «incienso porque es el Hijo de Dios y mirra (aceite esencial que se utiliza en perfumería y medicina natural), por la terrible pasión que va a sufrir como hombre, recordando desde su nacimiento que su misión es salvar a la humanidad del Pecado Original cometido por Adán y Eva».

Si los Reyes Magos existieron, ¿están sus cuerpos en algún sitio que conozcamos?

Hay varias teorías al respecto, Callejo explica que si vamos a la catedral de Colonia (Alemania) veremos «una arqueta de oro de estilo gótico donde dicen que yacen las reliquias de los tres Reyes Magos. Otra cosa es que dejen ver el interior y otra más es que algún día se atrevan a analizar esos restos óseos con el carbono 14. Marco Polo dejó constancia, en su Libro de las Maravillas, de otra ubicación. Según sus informantes, situaban en la ciudad de Sava, enclavada en las áridas tierras de la antigua Persia, el lugar en el que supuestamente estaban enterrados Melchor, Gaspar y Baltasar, ‘en tres sepulturas grandes y hermosas; encima de cada sepultura hay una casa cuadrada, redonda en la cima, bien trabajada; y están unas al lado de otras’. En Sava, hoy Saveh, en Irán, ya no queda ni rastro de esas tumbas, si es que alguna vez existieron».

¿Cuándo comenzó la tradición de regalar cosas a los niños el día de Reyes?

Según Callejo, «la costumbre de que sus “graciosas majestades” trajeran regalos el 6 de enero surgió a mediados del siglo XIX para contrarrestar la tradición de San Nicolás, un obispo de la Iglesia oriental que vivió en el siglo IV en Asia Menor conocido por su generosidad con los niños, cuya onomástica es el día 6 de diciembre». El País

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