¿Tienen por objeto los sindicatos, realizar los fines del estado?
Las organizaciones sindicales tienen, por definición, (la realidad es otra) defender/representar los derechos de los trabajadores/ciudadanos. Los sindicatos no le pertenecen al estado.
Pero como la vida no es una suma de egoísmo, sino una coexistencia razonable en la que, lo ideal es unirse en procura de las mejores causas, así no es descartable que hayan coincidencia en los fines del estado y la actuación finalista de las organizaciones sindicales.
Los sindicatos han de gozar de de autonomía y libertad. Han de tener políticas propias. Los sindicatos han estar con las trabajadores, en sus luchas y aspiraciones, en los centros/espacios de trabajo y en la sociedad.
Las estructuras sindicales, en sus finalidades, son la expresiones orgánicas de los trabajadores en su condición de ciudadanos. Las estructuras sindicales le pertenecen a los trabajadores de base. Estas son sus expresiones y, representaciones.
Pero en la realidad, las estructuras sindicales, tales como juntas directivas o comité ejecutivo, según sea el caso, están dominadas, salvo excepciones, por verdaderas mafias.
Hoy, ni el estado que, así mismo se define como estado social, democrático y de derechos, le pertenecen a los ciudadanos, ni las estructuras sindicales le pertenecen a los trabajadores.
Tampoco las estructuras judiciales, están al servicio de la equidad y la justicia. Y, eso, es muy grave!
Si algún ciudadano tiene algún reclamo y, en esa condición, se querella contra el estado en alguna de sus dependenciás u órganos, sépalo de de antemano que, judicialmente, será atropellado.
La tragedia es nacional!
En la actualidad, y eso es vergonzoso, el estado/gobierno se ha apoderado de las estructuras sindicales. Ya los sindicatos no son expresión de la las luchas, pasiones y anhelos de los trabajadores. Ocurre lo contrario.
A los sindicatos el gobierno los colocó en sus manos a los fines que no haya luchas ni protestas autónomas. La sociedad, en su globalidad democrática y participativa, cada día es más ahogada. Atropellada y aislada.
Sin embargo, eso no puede ser eterno.
Entiendo, desde mi óptica, que serían muchas las calamidades sociales y humanas habidas si no existiera el estado o este fuera tan débil que dejara a la sociedad sin autoridad y dirección general ni disciplina, pero la inversa de eso es, igualmente, una calamidad.
Es una calamidad que el estado se apodere de todos los espacios que, por definición, le pertenecen a los ciudadanos. Así tendríamos un Estado invasor y antidemocrático.
Lo bueno sería que, coexistiendo con un estado fuerte, se activaran a plenitud, los espacios y derechos de los ciudadanos. Eso es lo democrático y justo. Lo civilizado. Lo traumático es que el Estado se haga dueño de todo.
De allí vienen todas las desventajas sociales y humanas. En los estados super poderosos, crecen incontralables, como las malas hierbas, la corrupción y todas las demás expresiones de despotismo. En los estados super poderosos, quienes verdaderamente reinan, son una minúscula burocracia que concentra todos los poderes y las riquezas nacionales.
En los estados super poderosos, los sindicatos, en la búsqueda de sus fines, ruedan.
En los estados super poderosos, se debilitan (y hasta desaparecen), los derechos colectivos e individuales de los trabajadores/ciudadanos.
En Venezuela, y no queda otra, hay que reconstruir el sindicalismo a los fines de darle nuevos rumbos a las luchas sociales y laborales. Insisto que, los fines de los sindicatos, no son iguales a los fines del estado. Son dos espacios diferentes y, en algunos casos, hasta contradictorios. En Venezuela no hay democracia sindical, hay Estado invasor e injerencista.
Me anoto entre los reconstructores del sindicalismo en Venezuela. Ese día llegará!
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