Democracia y medios de comunicación

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Conectar a la política y la democracia con medios de comunicación es un campo de estudio que tiene muchos antecedentes, pero no es tarea fácil. Probablemente porque este enlace pasa forzosamente por reflexiones sobre la opinión pública, su origen y sus reflejos en la sociedad, para poder comprender mejor los efectos de los medios de comunicación en la práctica política y visualizar sus incidencias.

Una pregunta inmediata aflora en esta reflexión, referente a cómo la actividad política se visibiliza, cómo toma forma, cómo se entiende por la mayor parte de la población. El tema lo abordó el investigador de opinión Irving Crespi, asentando que éste es un dilema difícil de resolver si se piensa en la opinión pública como un acto de voluntad de unos actores, y no se entiende más bien como un proceso. Los medios de comunicación tienen un papel que jugar en este proceso, que no debe ser ni sobredimensionado ni subestimado. Como la opinión pública puede tomar en su aspecto humano la forma de imagen y a veces de liderazgo, entonces puede haber una idea de que los medios forman por sí solos a la opinión pública, y al liderazgo también. Pero, tal y como muestran las investigaciones del profesor Iván Abreu Sojo los problemas de imagen y liderazgo trascienden a los líderes que aparecen en los medios.

Adicionalmente el investigador español Manuel Castells en su obra Comunicación y poder, afirma que el poder se basa en la capacidad para modelar las mentes a través de imágenes. Pero que las imágenes colectivas, a diferencia de las individuales, se crean a través de la comunicación socializada, que él llama «decisiva». Entonces el autor deduce que la política de hoy en día es una política mediática, que él define como la forma de hacer política a través de los medios. Un ejemplo actual de este fenómeno es la incursión política del empresario norteamericano Donald Trump, fundamentalmente mediático.

El inglés David Sanders plantea este proceso en una forma cruda: ¿Por qué la gente se comporta como lo hace? La pregunta penetra en el núcleo de la investigación, y puede tener derivaciones infinitas al tratar de responderla en casos como votaciones, huelgas, protestas, fanatismo político, guerras, etc. La dificultad aumenta en entornos políticos polarizados, como en el que se desenvuelve la sociedad venezolana hoy en día, sin minorías políticas y con grandes mayorías contrapuestas.

Tomemos un momento la idea del filósofo Richard Rortry, quien afirmaba que en las personas no hay otra cosa que aquello que han recibido por el lenguaje, y examinemos lo que recibe diariamente el ciudadano venezolano como discurso político. Al añadir a esto la interrogante de a través de cuales medios de comunicación sucede este proceso, entonces muy probablemente se puedan encontrar algunas explicaciones al comportamiento electoral y al «humor político» de los venezolanos, en los últimos años. Twitter, Instagram y Facebook se encienden con las pasiones más humanas que pueden encontrarse en el debate político. Los individuos proveedores de contenidos en estos medios no pueden ser controlados fácilmente. Ellos comunican sus verdades, sus opiniones, lo que ven como lo ven, aunque no lo hayan contrastado ni verificado. No tienen que hacerlo, no aprendieron a hacerlo, no fueron educados para ello, no son periodistas.

Afortunadamente la mayoría de medios de comunicación masivos tradicionales conservan, probablemente por su vocación social, un rigor profesional que sin importar las diversas líneas editoriales, permite a los periodistas ejercer su trabajo de mediadores. De esa manera los medios contribuyen a conectar a la política con los ciudadanos.

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