La depresión es la principal causa mundial de discapacidad y contribuye de forma muy importante a la carga de morbilidad». Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), afecta a más de 350 millones de personas. Lejos de reducirse, la prevalencia va in crescendo. Por eso, en una resolución de la Asamblea Mundial de la Salud de mayo de 2012 se abogó por una respuesta integral y coordinada de los países a este tipo de problemas mentales. Entre otros objetivos, se planteó el de seguir ahondando en la genética.
Después de décadas investigando, se sabe poco sobre la base biológica. «Esto se debe a que no hay una depresión sino depresiones en plural», argumenta Francisco Montañés-Rada, jefe de la Unidad de Psiquiatría de la Fundación Hospital Alcorcón de Madrid. Las hay «inhibidas, mayores, menores, melancólicas, endógenas, exógenas… Es una enfermedad heterogénea». Existen muchas causas que dan lugar a los mismos síntomas. He ahí la dificultad. «Para estudiar el genoma hace falta tener una muestra homogéna, una selección de pacientes con depresión por la misma causa, endógena». Es decir, aquella que no está provocada por factores ambientales o socioculturales, sino la que está escrita en los genes. Como una especie de maldición genética.
¿Cómo distinguir este aspecto? El grupo de investigadores de la Universidad de Oxford (Reino Unido), liderados por Jonathan Flint, trabajó con las muestras de 5.303 mujeres chinas con depresión mayor. «Cuando la tasa de depresión es baja, como en China, o los síntomas empiezan muy pronto, es más probable que se trate de una depresión endógena», explica el experto español, que también es profesor de Psiquiatría de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid.
Los autores secuenciaron todos y cada uno de los genomas de las pacientes. «Hasta ahora, los estudios realizados analizaban entre 500.000 y un millón de marcadores», puntualiza Montañés-Rada, al comentar este trabajo. Después de examinar todo el material, los autores observaron cambios en los nucleótidos de dos genes situados en el cromosoma 10: SIRT 1 (Sirtuina) y LHPP Fosfolisina Fosfohistidina). Se sabe que el primero está implicado en la fabricación de pequeñas estructuras generadoras de energía llamadas mitocondrias. Se ha visto que los pacientes con depresión tienen más ADN mitocondrial.
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