El avión del papa aterrizó hacia las 14H43 locales (19H43 GMT) en el aeropuerto Mariscal Sucre, a 20 km al este de la capital ecuatoriana, observó la AFP.
El fuerte viento que soplaba le arrancó el solideo cuando apareció por la puerta minutos después. Un Francisco sonriente bajó por las escaleras y recibió un abrazo del presidente Rafael Correa.
El papa argentino avanzó entre saludos por una calle de honor formado por niños indígenas en atuendos tradicionales.
Flanqueado por Correa y su esposa Anne Malherbe, Francisco escuchó por varios minutos las notas de una orquesta sinfónica.
Luego, el papa oró como suele hacer ante el antiguo ícono de la virgen María de la basílica romana de Santa María La Mayor, para encomendarle su viaje a América Latina y homenajearla con un ramo de flores con los colores de las banderas de los tres países que visitará.
Francisco permanecerá en Ecuador hasta el 8 de julio, luego se trasladará a Bolivia, donde estará hasta el 10 y concluirá su gira apostólica en Paraguay, de donde regresará el 13 de julio a Roma.
En los tres países el pontífice argentino permanecerá en promedio 48 horas, las cuales repartirá en dos etapas; e incluyen Quito y Guayaquil en Ecuador, La Paz y Santa Cruz en Bolivia y Asunción y Caacupé, en Paraguay.
Francisco, que cumplió 78 años en diciembre, tomará nada menos que siete aviones y pronunciará 22 discursos.
El Pontífice viaja acompañado por el secretario de Estado del Vaticano, cardenal Pietro Parolin y Guzman Carriquiry, vicepresidente de la Comisión Pontificia para América Latina, entre otros.
El papa tiene previsto reunirse con los presidentes Rafael Correa (Ecuador), Evo Morales (Bolivia) y Horacio Cartes (Paraguay) y otros mandatarios de la región, entre ellos el de Honduras, Juan Orlando Hernández, de Haití, Michel Martelly, y Cristina Kirchner (Argentina), quienes han anunciado su asistencia a diferentes actos.
En su primer mensaje, Francisco invitó a Correa a fomentar «el diálogo y la participación sin exclusiones» tras un mes de protestas a favor y en contra del gobierno izquierdista.
En el evangelio se pueden encontrar «las claves» para «afrontar los desafíos actuales, valorando las diferencias, fomentando el diálogo y la participación sin exclusiones», dijo.
Solo ello -agregó- permitirá que «los logros en progreso y desarrollo que se están consiguiendo garanticen un futuro mejor para todos, poniendo una especial atención en nuestros hermanos más frágiles y en las minorías más vulnerables, que son la deuda que todavía toda América Latina tiene».
«Para esto, señor presidente, podrá contar siempre con el compromiso y la colaboración de la Iglesia», para servir a este pueblo ecuatoriano que se ha puesto de pie con dignidad», sostuvo el papa.
Correa, un confeso admirador de Francisco y quien se describe como un «católico humanista de izquierda», enfrenta desde hace un mes protestas frecuentes que exigen su salida del poder en rechazo a políticas de corte socialista que, según el gobierno, pretenden redistribuir la riqueza a través de impuestos a los más ricos.
SEGUNDA VISITA PAPAL
Los ecuatorianos, que en el caso de Quito han embellecido sus casas y colocado carteles de bienvenida, reciben por segunda vez a un papa después de la visita, en 1985, de Juan Pablo II. Entonces un 94 % de la población se consideraba católica, frente a 80 % que hoy afirma seguir ese credo entre 16 millones de habitantes.
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