San Salvador.- La capital salvadoreña vive un clima de fiesta este viernes, víspera de la ceremonia popular en que su figura más reverenciada, el asesinado arzobispo Oscar Arnulfo Romero será elevado a los altares como beato de la Iglesia Católica.
Las principales vías de la normalmente congestionada capital estaban adornadas con imágenes de Romero que dan la bienvenida a los visitantes a San Salvador, «sede de la beatificación».
Este viernes amanecieron cerradas algunas de las principales arterias capitalinas que rodean la Plaza Salvador del Mundo, donde una multitud de obreros trabajaba en instalar toldos, tarimas, pantallas gigantes y sistemas de sonido para la fiesta del sábado.
El ministro de Turismo, José Napoleón Duarte, dijo que esperan 285.000 personas en la ceremonia religiosa de beatificación, gran parte de los cuales llegaron del extranjero.
OSCURA NOCHE
La noche en que mataron a monseñor Óscar Arnulfo Romero estallaron las primeras bombas de la guerra civil en El Salvador. Fue una «noche larga» de apagones y mucha tristeza, recuerda Gaspar Romero (85 años), hermano menor del arzobispo mártir. Celebra la beatificación pero rememora el «profundo» dolor que sintió el 24 de marzo de 1980, cuando su hermano fue asesinado frente al altar mientras celebraba la misa en la capilla de un hospital para personas enfermas de cáncer en San Salvador.
Pocas horas después, San Salvador quedaba a oscuras por el sabotaje de la red eléctrica, preludio de una guerra civil (1980-1992) que dejó más de 75.000 muertos.
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