Entre periodismo y literatura

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Un poco más que un detalle literario de excelencia e importancia, está la calidad, el conocimiento y la dedicación que conlleva a un personaje a obtener el reconocimiento al trabajo premiado.

Se destaca la vocera de la Academia Sueca, Sara Danius para el anuncio que se hizo el 8 de octubre de 2015, con motivo de otorgársele a la escritora y periodista bielorrusa Svetlana Alexievich, el Premio Nobel de Literatura. “ha sido más de medio siglo desde la última vez que un escritor de no ficción gana el Nobel y Alexievich es la primera periodista en ganarlo”. La misma periodista expone el propósito que se trazó y a través del periodismo escoge el género donde las voces humanas hablan por sí  mismas. Necesario es entender la idea de la que inteligentemente surge la creación de un autor, hacer referencia al impacto transformador de su pensamiento y el sentir mismo de las personas. Aboga Alexievich, sobre la necesidad de reemplazar la ficción por los testimonios y horrores que estén opacando la libertad de la verdad entre el siglo XX y XXI.

Aunque las contradicciones internacionales no se hicieron esperar tras el recibimiento de tan importante galardón. Mientras la prensa globalizada la eleva al máximo pedestal, por dar a conocer “su obra polifónica, como el justo memorial del sufrimiento y el coraje en los últimos tiempos, tras las barbaries del imperio soviético” como incapaz de nunca ser libre. Se muestra por otro lado la indiferencia de la prensa alternativa aludiendo que ante el desconocimiento de la  obra se comentó sobre la politización del Premio Nobel. “Voces de Chernóbil” (libro), que contiene el relato “la guerra no tiene rostro de mujer” es la que lleva a la periodista bielorrusa a la escritora del momento. Culturalmente cuenta la historia de la segunda Guerra Mundial narrada por mujeres desde la retaguardia, una obra de acción basada en experiencias femeninas, aportando nuevas luces sobre el ser humano y la literatura, en la que Svetlana a imagen de arqueóloga se sumerge para encontrar voces de mujeres que sobrevivieron al desastre de Chernóbil y que fueron silenciadas y olvidadas por su propio gobierno, encuentran en la obra literaria, la oportunidad de contar su historia. La investigación de Svetlana (voz de los sin voz) la lleva mostrar en su obra maestra una perspectiva ignorada hasta ahora. Necesario es, recordar los antecedentes que conlleva a la autora a ubicar los dramas que relata en su obra. Como hecho ocurrido en la noche del 26 de abril de 1986, en la que explosiones de alto grado destruyen la parte Central Eléctrica Atómica de Chernóbil frontera de Bielorrusia, con una población de 10 millones de habitantes, especialmente dedicados a la actividad agrícola, en la que a través de la catastrófica radiactividad desaparecieron 485 aldeas y pueblos, quedando sepultados bajo tierra (2,1 millones de personas, de los que 700.000 eran niños). A este desastre se le uniría pocos años después el desmantelamiento del Estado Soviético y el desarraigo dentro del propio país. Ofrece la periodista en su obra, un relato profundamente crítico de la antigua Unión Soviética y de las secuelas que ha dejado a sus habitantes; trata con ella de acercarse a la dimensión humana de los hechos a través de testimonios individuales, collage con el que tiende a acompañar al lector de su obra, por su calidad literaria, su cuidadoso lenguaje persuasivo y la experiencia de la riqueza de sus sentidos cuando se ocupa como tarea aceptada, de la historia de los damnificados por razón de cualquier injusticia.

Muestra los héroes anónimos, humillados y ofendidos que al final, gracias a ella, algunos alcanzan a tener voz, en relatos conmovedores que la consciencia no puede eludir; por la belleza ética y estética que suele emanar de la vida de ellos. La obra surge como una novedosa literatura que tiene el mismo propósito del periodismo, encontrar lo nuevo cada día para el logro de la integración de ambos géneros y extrae los mejor de ellos con el fin de crear la riqueza literaria con la innovadora escritura periodística. Merece ser leída, aunque la sobreabundancia de desgracias en su contenido llegue a saturar la sensibilidad del lector. Su espíritu crítico, su profundo compromiso y su fructífera carrera literaria la convierten en el Premio Nobel de Literatura 2015, sus libros han sido traducidos a más de veinte idiomas.

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