Las revoluciones son un acto de creación, las verdaderas, sustituyen radicalmente lo existente. Estas han producido cambios, en: las formas políticas, sustituyendo el poder personalizado, por otras formas digamos burguesas, hasta arribar a la democracia de participación popular.
Han sido escenario de las luchas «de clases entre libres y esclavos, patricios y plebeyos, barones y siervos de la gleba, maestros y oficiales; en una palabra, opresores y oprimidos, frente a frente siempre», (Marx 1848), y en el siglo XX entre la burguesía y el proletariado, esos enfrentamientos y los cambios materiales han dado paso a distintos modos de producción, y también a las ideas para combatir lo existente y explicar y construir lo nuevo.
La Revolución Francesa (1789), podría ser la más significativa en toda la historia. Uno de sus aportes fue la Declaración Universal de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, en su artículo 1 dice, «Los hombres nacen y permanecen libres e iguales en derechos.» La burguesía fue revolucionaria contra el absolutismo monárquico y feudal.
Otra paradigmática, es la Revolución Rusa (1917), creó la economía planificada no competitiva, superando al libre comercio, -que por cierto nunca ha existido-, junto a formas de propiedad colectiva –los koljós- y otras del estado -los sovjós-, fundó el primer Estado socialista y a partir de 1945, surge el campo socialista que llego a estar conformado por 14 estados socialistas de Asia, Europa y América Latina.
Hay hechos de nuestra américa, más de carácter político, pero de indudable significado.
El primero: La obra de Bolívar, que modificó la geografía política mundial, al incorporar a América del Sur con su perfil propio al sistema de Estados, el Nuevo Mundo se convirtió todo, en un actor político diferenciado de Europa, base para el mapa definitivo del mundo.
Otro, la Revolución Cubana (1959) dirigida por Fidel Castro, dividió la historia de la Guerra Fría al instalarse a 90 millas de Florida. Entre otros momentos, fue epicentro del mayor riesgo de guerra entre la URSS y EE.UU. por la Crisis de los Misiles, (1962).
Y algo que se está desarrollando, es la iniciativa del presidente Hugo Chávez de cumplir lo establecido en la Constitución Bolivariana de 1989, donde se plantea la lucha por la integración y la unión, procesos obviamente distintos. Lo que se concretó 7 y 10 años después con Unasur y la Celac. El sentido mundial de estos organismos, es que alteraron el equilibrio hemisférico en detrimento de la dominación y control que ejercía EE.UU. en lo consideraba su «patio trasero», esto tiene impactos, en lo estratégico, político, militar y económico.
En esa búsqueda de crear espacios de estudio y análisis de la realidad latinoamericana y mundial, y acompañarnos como gobiernos y organizaciones pueblos en las acciones y políticas por el buen vivir, el Ministerio de Cultura de la República Bolivariana de Venezuela, convocó hace una semana el Congreso, Inventar la Democracia, del siglo XXI.
Fueron seis, los grandes temas: La ciencia útil. La producción cultural y movilización social. Las ciudades en disputa entre el capital y la gente. Procesos productivos y economía para la vida. Conocimiento y cuerpo: territorios para la soberanía. Multipolaridad: claves e intercambio sur-sur. Y como ejes transversales: Democracia, Derechos Humanos, Cultura y Vivir Bien.
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