Kerry, quien se convirtió en el primer secretario de Estado norteamericano que visita Cuba en siete décadas, dejó claro que hay queda un «largo» camino por recorrer para el completo restablecimiento de las relaciones entre los dos países, enemigos durante más de medio siglo.
«Estamos convencidos de que los cubanos estarán mejor con una democracia auténtica, en que las personas puedan elegir a sus líderes con compromiso y justicia social», dijo Kerry.
Y subrayó: «después de todo, el futuro de Cuba depende de los cubanos».
En una ceremonia cargada de simbolismos, la bandera fue entregada a tres marines que la izaron, en referencia a los tres militares que la habían retirado en 1961, cuando ambos países rompieron lazos diplomáticos.
Kerry también destacó la decisión del presidente Barack Obama de pedir al Congreso estadounidense que levante el embargo económico a Cuba, impuesto en 1962, aunque afirmó que las autoridades cubanas también deben dar pasos para avanzar en este sentido.
UN CAMINO SIN RETORNO
Kerry destacó que la política de aislamiento hacia Cuba mantenida durante medio siglo por Washington, no funcionó, algo que ya había reconocido Obama en diciembre pasado.
Durante su breve visita a Cuba, no se prevé que Kerry se reúna ni con el presidente Raúl Castro ni con su hermano Fidel.
Ambos países siguen manteniendo profundas diferencias. Sobre todo, en espinosos temas como los derechos humanos y la situación de los disidentes cubanos, pero también el pago de compensaciones o el fin del embargo, que solo puede aprobar el Congreso estadounidense.
PASEO POR LA HABANA
Kerry también tuvo tiempo de pasear por las calles de La Habana Vieja, rodeado de escoltas, periodistas, turistas y curiosos.
Antes de finalizar su visita, Kerry prevé un encuentro a disidentes cubanos en la residencia del embajador estadounidense, sin acceso a la prensa.
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