La Albacea de Dionisio

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Perpetré la bodega empolvada del supermercado, tomé el carrito y enajenada con las rutilantes mercancías que adornaban los anaqueles, súbitamente, me percaté de estar próxima a un hombre desconocido y joven que destilaba olores añejos. Se filtró por mi afinado olfato de sabueso un bouquet que intersectaba nuez, maderas y especias. Me inspiró la vainilla, con nuez moscada cubierta con un aura de jerez y matorrales familiares por gen.

El hombre me saludo con gestó sonreído, sin pronunciar palabra y una mágica embriaguez sabrosona se asomó en mi cuerpo. Él, creo que portaba un casco con cuernos de toro y cubría su pecho y espalda con una piel de ciervo, en medio de la cabeza se descolgaban pequeños racimos de uvas coloreadas y sus pies eran el receptáculo de plantas de hiedras que infantilmente le rodeaban las piernas. ¡Oh sorpresa! Cuando reconocí a mi acompañante, Baco o también Dioniso, el consentido del Olimpo por su naturaleza misteriosa, hermética, tan placentera como demoniaca al mismo tiempo.

Me paralice al verlo, pero la música que emanó del centro de su estómago me reconfortó tanto que un danzón emergió espontaneo del fondo de mis entrañas, primero con parsimonia, luego con más frenesí. Finalmente, salimos al jardín y un cielo cubierto de racimos coloreados, dulzones y humeantes rozó todo mi cuerpo. Allí me mostró su voluntad. Insistió en ello para Venezuela. Me convidó a que yo fuese su albacea debido a que era muy poco lo sobreviviría. ¿Quizás, nunca más tendría su compañía, sus perfumados aromas y menos el éxtasis y delirio de su bacanales y desmemoriadas enajenaciones?

A muerto el Dios Baco para los venezolanos pobretones, clase media, sin clase, desclasados y más allá. Que gran tortura leer este fatídico testamento económico nacional, después de la convulsión del mercado financiero. Estoy segura que poco sabrá el socialismo de estas disquisiciones del Dios Baco, pues se aduce, que si bien, para algunos es un fiel acompañante para la mayoría del pueblo Venezolano, llano y paralizado ante su carnet de identificación, este Dios sólo quedará en el recuerdo, tanto como sus acerados sabores. Él,l me miró asombrado, se quitó la máscara y me enredo en su hiedra.

Súbitamente desperté. Mi cabeza latía incesantemente. Recordé el sueño con Baco y su gran solicitud sobre su herencia…Que tristeza Venezuela, sin vid, de ninguna naturaleza, ni producción interna y menos importada…seguramente hubo quien argumento en el cajón económico que «esas eran cosas de la burguesía» pero guarda celosamente en su cofradía vinos buenos de añeja bodega. Adiós Dionisio, pues ni en sueño los venezolanos medios y menos medios podremos volver a saborear el néctar afrutado de tu exegético misterio.

Tan hermoso y lejano como el verso de Dryden: «Baco, siempre hermoso y siempre joven». Las dos caras de un Dios en un país que también muestra dos caras, pero en la rica y alegre caminan algunos pocos, recién llegados, mientras en la otra se revuelca la mayoría que siempre le piden poder el lomo de carga. Que desajuste Dionisiaco ¿No?…

@conexionaragua

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