La atención a la salud mental, dentro del área de la salud en un sistema de bienestar social eficiente es esencial. Para dar una idea de la magnitud del problema, y lo pobre de las soluciones, haremos algunas consideraciones a modo de ilustración. Hasta hace cincuenta años la presencia de un trastorno psiquiátrico en la familia se veía como un estigma social que se manejaba clandestinamente, y los médicos poca importancia le prestaban a estos problemas.
Muchos e importantes cambios han ocurrido desde entonces. El enorme progreso de la neurobiología y las neurociencias ha catapultado a la psiquiatría a los primeros planos de la medicina. Estos progresos han resultado en mejores diagnósticos, y tratamientos más efectivos, lo que ha hecho que los problemas de salud mental se hagan más evidentes.
Por otra parte, la divulgación de la nueva nosología psiquiátrica (la clasificación de problemas psicológicos) ha tornado más consciente a la gente común, ha facilitado que se acepte al trastorno mental como una enfermedad más del ser humano (sin tantos tabúes), y ha aumentado la demanda de servicios por esta causa. El estrés, los problemas de alcoholismo y drogadicción, las depresiones, los trastornos de ansiedad, las epilepsias, la esquizofrenia y muchos otras alteraciones del Sistema Nervioso Central son mejor comprendidos y aceptados por la gente común, y por la comunidad médica.
El psiquiatra y el psicólogo clínico se han convertido en miembros indispensables de los equipos de salud. La concepción del ser humano como una unidad biológica, psicológica y social ha permitido comprender que el hombre se enferma como un todo biopsicosocial, y que los trastornos psicológicos tienen posibilidad de aparición igual que cualquier otro trastorno médico o social. El estigma de ser asistido por un psiquiatra o un psicólogo ha ido desapareciendo hasta el punto que hoy día se les consulta como a cualquier otro especialista médico.
Mejores diagnósticos y menor prejuicio, ha incrementado la prevalencia e incidencia (presencia o aparición de casos psiquiátricos) en la población general. Se estima que uno de cada cinco adultos sufre de una enfermedad mental en cualquier período de seis meses del año, y que uno de cada tres lo hace en algún momento de su vida. Eso quiere decir que en cualquier momento, puede haber cinco millones de venezolanos sufriendo un problema de salud mental. Muchos problemas médicos como el cáncer o el Sida producen un impacto psicológico en la familia o el paciente y requieren ser atendidos por un especialista en salud mental.
Lamentablemente, a pesar del aumento geométrico de los problemas de salud mental y del costo social, familiar y económico que esto representa, los servicios asistenciales públicos son cada día más deficientes. No se han tomado las medidas de salud pública necesarias frente a este problema, y el enfermo con padecimiento psicológico, sobre todo el más desposeído, sigue relegado.
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