Suena el despertador, nos levantamos apurados directamente a asearnos. Salimos a trabajar apresurados para llegar a tiempo, nuestra vida es envuelta por los afanes de este mundo. Luego regresamos a nuestros hogares cansados, agotados, anhelando hacer una sola cosa «dormir». Y así pueden pasar días, meses y años. Y si alguien te pregunta cómo estás, tú le responderías así posiblemente «allí, como vaya viniendo, voy viendo».
¿Te has detenido a pensar que fuiste creado por Dios con un propósito? Que no naciste por casualidad, ni fue cuestión de suerte, sino que tu propósito de vida va mucho más allá que sólo comer y vestir. La Biblia dice que Dios nos vió aún antes de nacer, que nos entretejió en el vientre de nuestra madre, y nos observaba mientras íbamos cobrando forma en secreto. Salmos 139: 13-16. Es maravilloso saber esto, pero cuando no le vemos sentido a nuestra vida, algunos hasta han pensado que hubiera sido mejor no haber nacido, otros se han quitado la vida y otros se afanan de una manera tan exagerada que pierden la perspectiva de la bendición de vivir. Continuamente se sumergen en el resentimiento, la amargura, en rencores y frustraciones. Pierden valiosos momentos enemistados unos con otros. Esposos que no se hablan, hermanos que no se quieren ver ni en pintura. Entramos en un estado en que nada nos gusta, todo nos molesta, y perdemos aún la sensibilidad de la vida, desaprovechando de esta manera, la oportunidad que Dios nos da de vivir. Y es que, eso es lo que nos ofrece los afanes de este mundo cuando dependemos de ellos, ¡nada!. A veces nos envolvemos en tantos problemas del día a día, en la economía, en lo que pasa aquí y allá. Y nos preocupamos más en lo que acontece a nuestro alrededor, en las noticias de hoy y estamos actualizados en todo, pero menos en la condición de nuestras vidas.
Jesucristo en una oportunidad le enseñó a sus discípulos lo siguiente, acerca de las prioridades de la vida:
«Por eso les digo que no se preocupen por la vida diaria, si tendrán suficiente alimento y bebida, o suficiente ropa para vestirse. ¿Acaso no es la vida más que la comida y el cuerpo más que la ropa? Miren los pájaros. No plantan ni cosechan ni guardan comida en graneros, porque el Padre celestial los alimenta. ¿Y no son ustedes para él mucho más valiosos que ellos? ¿Acaso con todas sus preocupaciones pueden añadir un solo momento a su vida? ¿Y por qué preocuparse por la ropa? Miren cómo crecen los lirios del campo. No trabajan ni cosen su ropa; sin embargo, ni Salomón con toda su gloria se vistió tan hermoso como ellos. Si Dios cuida de manera tan maravillosa a las flores silvestres que hoy están y mañana se echan al fuego, tengan por seguro que cuidará de ustedes. ¿Por qué tienen tan poca fe? Así que no se preocupen por todo eso diciendo: «¿Qué comeremos?, ¿qué beberemos?, ¿qué ropa nos pondremos?». Esas cosas dominan el pensamiento de los incrédulos, pero su Padre celestial ya conoce todas sus necesidades. Busquen el reino de Dios por encima de todo lo demás y lleven una vida justa, y él les dará todo lo que necesiten. Mateo 6:25-33.
Te invito que te acerques a Dios, y le entregues todas tus ansiedades, Él te hará descansar. Hay una realidad, pero no permitas que ésta te consuma. Desarrolla una fe inconmovible en Dios, y te darás cuenta como Él le dará propósito a tu vida. Cualquiera podrá defraudarnos, pero Dios jamás nos defraudará.
Con amor y respeto,
Pastora Cielo Mar de Sanchis
[email protected]
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