Las cuentas que están sacando los lúcidos del gobierno para determinar cuantía de lo que le beneficiarían, en un proceso electoral penetrado hasta los tuétanos por el irrespeto al estado constituido y otras leyes de convivencia ciudadana, al parecer no cuadran ni con las sumatorias escalonadas, ya que los resultados no van a ser los mismos por sus acostumbradas alteraciones para un fraude adelantado; y eso lo sabe cualquier vendedor de baratijas cuando con menos, no se puede tener más.
Se han equivocado de cabo a rabo los comunistoides rojos rojitos interpretando querencia con un pueblo que los rechaza, 82 por ciento de los venezolanos así lo siente, según los estudios de opinión, además, por esa comparsita cívico-militar que ensaya gobierno con bayoneta calada y fusil que apunta a las masas cansadas de tantos engaños y abusos; pervertidas posturas de un bolivarianismo cuartelario y no gestor de encuentros que permita mejorar la convivencia cuasi gastada por un odio y egoísmo que se juntaron cual sabañón que cuartea los entre dedos del cuerpo humano.
Es determinante observar muy bien, que este despelote de gobierno maximizado después de la muerte del «eterno», ha sido la consecuencia desmesurada de una errática búsqueda para darle continuidad a una política descabellada, que no detalla la amplia participación de factores comprometidos con el desarrollo de los campos productivos del país. Donde sí ha demostrado maestría suprema es en cuanto la corrupción ha servido para repartirse lo que había y, si es que aún alcanza el menudeo para tanta gente que se convida en este festín de Baltazar, donde las panderetas parecieran monedas de canto que se emparejan por cientos de miles de millones verdes en los mapires de los delincuentes políticos, contándose por decenas en esta revolución y socialismo de nada. Se les acabó el tiempo cruzando promesas que no son más que la protuberancia olfativa del Pinocho aquel ofreciendo un hombre nuevo por delante de Adán que había penetrado a Eva ya endulzada y lujuriosa por la manzana de la discordia.
En este andamiaje de filosofar ruptura con el pasado, negando profusamente la historia y su legado, sin lo cual no se puede alcanzar el futuro deseado, se retan con arrogancia, pedantería e insultan groseramente a todo aquel ciudadano que busca afanosamente cambiar este sistema de gobierno, que ya no luce expectativas para los pensantes por más democracia, más participación, más pluralismo, antes que apoyar la corrupción, violencia, narcotráfico y un aberrante totalitarismo que rechaza de manera contundente el pueblo venezolano. De llano se expresa cualquier expectante de este vandalismo que ha corroído los sentimientos de una sociedad que languidece en las humillantes colas, dispuestas por el gobierno, para alcanzar algunos productos de muy baja cantidad y calidad que comercian los zánganos para hacerse de millonarias cuentas a costa de la gente que deambula a diario por estas calles de Dios sin ninguna protección social. Crece la pobreza y aumentan las desigualdades para adosarse un crimen este gobierno, que hasta perdió la sensibilidad para hacerle frente a los asuntos sociales muy graves, en momentos en que la población se encoleriza por tantos engaños, promesas y abusos que son el plato fuerte en cada tertuliar pueblerino.
Ante esta penuria colectiva, el «debe haber saldo» no cuenta para las columnas contables porque el patrón todo se lo embolsilla, y los totales siempre estarán en rojo. Quizá por eso se hacen los otisteros cuando los economistas le dicen a este gobierno que no están haciendo nada en esa materia para evitar un colapso de la economía con una devaluación espantosa, con deudas internacionales impagables, una desbordada expansión monetaria, una inflación que no se detiene y una corrupción que todo lo engloba. ¿Entonces?, acabaron con el bolívar y se llevaron los dólares. Los «sicofantes del hamponato» juegan topo a todo con los dineros del pueblo.
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