Las mujeres no son objetos de adorno

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«¡Mujeres! ¿Qué hubiera escrito Neruda? ¿Qué habría pintado Picasso?». Esta frase está contenida en la canción titulada Mujeres, que en versiones distintas interpretan la mexicana Thalía y el guatemalteco Ricardo Arjona. A propósito de ser hoy el Día Internacional de la Mujer, viene al caso recordarla y, por qué no, tararearla.

Alemania, Suiza, Austria y Dinamarca fueron los países que dieron el primer paso a esta celebración. De allí, en 1977, la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas (ONU) proclamó el 8 de marzo como el Día Internacional por los Derechos de la Mujer y la Paz Internacional. El objetivo de esta festividad es recordar la lucha para conseguir la eliminación de las desigualdades entre hombres y mujeres.

Cuando la mujer comenzó a conquistar terrenos en los que había ocupado espacios muy pequeños, los hombres decidieron pensar diferente. Los caminos de la libertad se abrieron, se despejaron, y ellas tomaron las riendas. Esto fue después de la Segunda Guerra Mundial, cuando las féminas alzaron su mirada para asumir un papel productivo y protagónico.

El tema de la liberación femenina es uno de los más difíciles de tocar. Aún estando en el siglo XXI, a muchas les cuenta abordarlo. De hecho, fueron pocas las que quisieron contar sus testimonios en esta oportunidad. «Es incómodo, y más si es para un periódico. Lo va a leer todo el mundo. ¡No, mejor no! Para otra ocasión sí te ayudo», respondió una de las consultadas. «¡No, no, no! Me da pena hablar de sexo y si me vas a tomar fotos menos», contestó otra.

No es de extrañarse, realmente. La sociedad actual vive con tabúes y preceptos que ponen por encima de cualquier cosa, hasta una simple conversación que no promete ni compromete. Hablar de la liberación femenina no se refiere exclusivamente al aspecto sexual, sino también al respeto de los roles sexuales del hombre y de la mujer y a la lucha contra la violencia de género.

«Una cosa es probar cosas nuevas y otra cosa es permitir que alguien te obligue a hacer algo que no quieres. El problema está ahí, en que esta sociedad machista en la que vivimos, muchos hombres no entienden a una mujer liberal y la mal interpretan», escribió una bloguera que se apoda Belelu.

IGUALDAD EMOCIONAL
Para Irma Vecchionacce, licenciada en Trabajo Social, terapeuta sistémico-familiar y consoladora familiar; «la liberación de la mujer es solo una interpretación que busca la igualdad de sexo, de roles». La forma en la que se ha «vendido» la libertad de la mujer en la actualidad ha deteriorado la imagen femenina porque se le ha dado tildes erradas.

«Algunas mujeres quieren hacer lo mismo que hace el hombre, insisten en mantener una lucha por estar en el mismo nivel en el plano sexual y le restan importancia a su calidad emocional. No está mal que busquen su libertad, que quieran sentirse libres. Lo que sí está mal es que pierdan su esencia», acota la especialista.

Esta realidad se la atribuye a la falta de atención por parte de los hombres hacia su pareja, lo que hace que la mujer se sienta «desprotegida, desvalorada, sola». Ante todo, hay que buscar las razones de las fallas, del problema que marca la línea que sigue cada uno y sincerar la relación. «Cuando una mujer busca liberarse es porque se siente presa, atada, ahogada. Cuando busca despejarse es porque su vida carece de tranquilidad».

La consejera, egresada de la Universidad Central de Venezuela (UCV), agrega que el deterioro de una relación, por ejemplo, no se debe solo a la distancia física, sino a la inestabilidad emocional y material. «Ninguna mujer debe esperar que el hombre le preste atención. Antes de eso, debe prestarse atención a sí misma, quererse, valorarse, buscar su propia felicidad».

ENTRE EL AMOR Y LA SUMISIÓN
En el libro 50 Sombras de Grey, que ha revolucionado el mundo por su alto contenido sexual y perverso, y ha sido objeto de cientos de opiniones positivas y negativas, se comparte una historia en la que el «sexo duro, el castigo y las carencias afectivas son las protagonistas».

La novela está dirigida a un público amplio, según la reseña que hacen en el portal www.trilogiacincuentasombras.com, pero también «para las amas de casa, para aquellas mujeres que buscan emociones fuertes que las hagan salir de la monotonía de la rutina diaria». Las escenas son narradas de tal manera que «disparan, sin duda, la lívido de aquel o aquella que la lea».

La protagonista, Anastasia», que no ha disfrutado la experiencia sexual con ningún hombre, se atreve a «dejarse llevar» por el personaje principal, Christian Grey, y accede a una tormenta amorosa que combina «el sadismo, la sumisión y la violencia controlada» con la «inocencia sexual» de ella. La propuesta editorial, atrevida y erótica, antepone a la mujer como un objeto sexual, pues la chica solo llena las apetencias del hombre con el que se acuesta.

A propósito de esto último, y enlazándolo con el tema inicial, Vecchionacce explica que cuando la mujer siente que es usada significa que ha despertado. «Quizás está siendo utilizada y no se ha dado cuenta, o por el contrario, lo sepa y calle, pero hacer contacto con la realidad y aceptar su posición es un despertar. Es su decisión si seguir o no, así como considerar los riesgos que la situación puede traer, pero estar consciente que puede estar siendo un objeto sexual, es bueno para ella».

En estos tiempos, algunas mujeres han perdido su esencia, su naturaleza y su respeto por sí mismas. Han puesto por encima de sus beneficios emocionales, los carnales, y eso le resta características sentimentales que puedan ser apreciadas por un hombre. El rol de la mujer de hoy es otro: batallar por la libertad dentro del amor, de las leyes divinas, de las leyes de los hombres, de la sociedad y del respeto moral, espiritual y conyugal, no mendingar cariño a quien no lo da voluntariamente, mucho menos sexo.

MUJERES LIBRES QUE SE SIENTEN PRESAS
La libertad no debe confundirse con libertinaje porque «el amor hay que dejarlo libre para que siempre vuelva». La mujer ama, ama con el corazón, desde la profundidad de su alma, de su ser, esa es una de las características que distinguen a una dama. Cuando ese amor no es correspondido, ella sufre, pero también se fortalece y se motiva a seguir.

La mujer que se siente libre es la que goza de un equilibrio mental y emocional, si no lo tiene, se siente amarrada y pierde el interés por los sentimientos reales y espontáneos. Cuando se ve afectada por la distancia, por el abandono y por el desapego de su ser querido o de su pareja, «busca alguien que valore sus potencialidades humanos, que la haga sentir admirada y querida, busca llenar su vacío», añade la terapeuta, y no solo busca cubrir las carencias de su cuerpo sino de su corazón, que es lo que más le afecta.

«La mayoría de las mujeres que no hablan, ni comparten, ni se ríen con su pareja, ansían satisfacer sus necesidades con ‘sustitutos’ y estos pueden ser libros, paseos, acciones, objetos de su preferencia, y hasta amantes. Todo con tal de no caer en depresión», revela Vecchionacce.

Por más que una fémina necesite apoyo, atención, amor y comprensión, no debe desprenderse de su autoestima. Más bien, debe darse más valor. El rol de las damas de la época no puede ser el esperado por los hombres machistas que pretenden verlas como un objeto de adorno al que voltean a ver o a acariciar cuando se acuerdan o necesitan. Por el contrario, «debe exigir el derecho, sin consentimientos ni permisos, a la mitad de la vida universal, porque la otra mitad es del hombre».

MUJERES QUE AMAN DEMASIADO
¿Se puede amar demasiado? ¡Sí! De eso es capaz una mujer. La terapeuta norteamericana Robin Norwood apunta en su libro que las mujeres que «aman demasiado» son las que «se sienten atraídas por hombres problemáticos, distantes e inaccesibles».

En el texto, titulado Mujeres que aman demasiado, explica que una mujer es capaz de «gastar sus energías, agotar el llanto y llegar a la desesperación» cuando se deja llevar por sus sentimientos, pues, para ellas, «estar enamoradas es sufrir».

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