Una de las quejas más frecuentes y referidas a los políticos es su tendencia a incumplir sus promesas electorales. Axiomáticamente nada que objetar al respecto. Es la sempiterna queja dentro de ese mundo mágico que simboliza una promesa electoral incumplida.
Pero la cuestión de si un político debe estar o no obligado a cumplir lo que ha prometido a sus electores es más compleja de lo que pueda parecer. Además, a los políticos, se incluye también a sus votantes, los cuales parece no importarles mucho el cumplimiento.
Por otra parte nos encontramos que los que votan y vuelven a votar son como los peces en el río. En otro orden de ideas; partidos y personajes han defraudado o engañado una y otra vez. Luego están los que votan, y reclaman que se cumplan las promesas tan absurdas, improbables o disparatadas.
Comúnmente el disparate político se desarrolla dentro de ese ambiguo ambiente de alcanzar el apoyo incondicional del soberano, quien confiado en las promesas electorales acude masivamente a las urnas para elegir al candidato que ofrece mayores beneficios al pueblo.
Dentro de ese trajinar político se evidencia que las soluciones mágicas son muy complejas para que el candidato cumpla a cabalidad tales promesas.
Recordemos que la política honrada, sin trampa ni corrupción, se parece mucho más a la vida: la adaptación, el realismo y la capacidad de cambiar son tan importantes como los principios, las ideas y la firmeza; como la vida misma, la política exige llegar acuerdos con otros en vez de intentar oprimirlos.
El político debe razonar que ese tipo de propuesta se convierte irreflexivamente en un contrato político entre representante y representado.
Los contratos políticos se parecen más a los matrimoniales o a los implícitos de amistad: su cumplimiento depende que se mantenga tales condiciones en que se estableció.
Dentro de ese contexto político-electoral, colocamos como ejemplo al Municipio Sifontes y sus dos parroquias. Donde el hoy gobernador del Estado Bolívar, Francisco Rangel Gómez, ofreció al electorado sifontenses un cumulo de ofertas electorales. Comprometiéndose entre otras cosas asfaltar las calles de Tumeremo, El Dorado y Las Claritas. Ampliar el liceo Monseñor Francisco Javier Zabaleta, elevar la atención médica con especialistas en los distintos dispensadores de salud, y reactivar el quirófano del hospital Dr. José Gregorio Hernández para las respectivas intervenciones quirúrgicas.
Pero eso no es todo, la refacción total de la Troncal 10, incluyendo corrección de fallas de borde, reparación de alcantarillas, rayado y colocación de ojos de gatos, para una mejor fluidez vehicular. Aun no se han cumplido.
Asimismo, se pudo leer centimetrajes en prensa refiriendo que en todos los hogares del municipio Sifontes llegaría el vital líquido con la ampliación del acueducto de Tumeremo, a pesar de invertir una millonaria suma de dinero, hasta la presente fecha en Tumeremo persiste el problema del agua potable.
El programa de la Misión Barrio Adentro- Médico se encuentra totalmente en el olvido, los galenos desamparados por cuanto no cuentan con los recursos quirúrgicos indispensables para la atención de los pacientes. A pesar que se reconoce el esfuerzo del personal médico para cumplir con su juramento Hipocrático.
En síntesis cabe señalar que: los ofrecimientos electorales de Rangel Gómez durante el pasado proceso eleccionario, no ha surtido el efecto que el pueblo esperaba.
Lo cierto es que las campañas electorales se convierten en un vehículo de ofrecimientos, y que muchas veces se desvían en la responsabilidad del candidato que ofrece y no cumple. Mensaje demagógico practicado por los marxistas. Filosofía esta que más tarde sobrelleva una quimera de albañal.
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