Casi cinco décadas han pasado desde la fundación del Colegio Loyola Gumilla, en Puerto Ordaz. Cuarenta y ocho promociones ha graduado esta institución que goza del respeto y el cariño de sus exalumnos. Como antesala a la «gran celebración», el próximo 30 de septiembre, los organizadores comenzaron a festejar la buena noticia.
La cuenta regresiva comenzó el 30 de septiembre de 2014, cuando el plantel recibió a los estudiantes para iniciar un nuevo año escolar, de ahí el resto de las actividades: en noviembre, «los Loyola» hicieron el acostumbrado desfile deportivo; en diciembre, la famosa patinata, y el pasado domingo, 26 de abril, la misa para conmemorar el Día del Antiguo Alumno del Loyola.
Niños, jóvenes y adultos se unieron en estas celebraciones para nutrir el orgullo que sienten por su casa de estudios. ¡Y lo siguen haciendo! El venidero 31 de mayo nuevamente se congregarán en los alrededores de la institución para compartir un «domingo familiar», como es tradición en el plantel educativo, el cual definen como «un día muy especial», pues abuelos, padres, hijos, tíos, amigos, profesores, vecinos y todo el que desee asistir, atiende al llamado para compartir una velada sincera.
Si algo caracteriza al alumno del Loyola Gumilla es el sentido de pertenencia hacia el lugar donde se formó académicamente, pero que también sirvió como testigo del nacimiento para bonitas amistades, amores eternos y hermosas familias. «Nuestro espíritu siempre ha sido de alegría y celebración, por eso nos unimos cada día más», expresó Carlos Guillén, exalumno e integrante del comité organizador «Rumbo a los 50 años» en el que comparte responsabilidades con Mariana Luzardo, Carlos Castillejo, Alejandro Gamboa, Pedro Corujo, Rosana Alzolay y Mariela Cordero, entre otros colaboradores.
Este comité trabaja conjuntamente con el Concejo Educativo del Loyola, el cual dirige Aida Astudillo en compañía del resto de las autoridades académicas. «En junio de 2014 nos reunimos para comenzar la planificación de esta gran celebración. Cada uno hizo su propuesta y fuimos sumando ideas hasta armar el cronograma. Nos vemos dos o tres veces por mes para organizarnos mejor», comentó la rectora.
«EL DÍA DEL PARRANDÓN»
Son más de cinco mil egresados, mil cien familias en las aulas y ciento veinte profesionales, entre profesores y personal administrativo, según las estadísticas, «perfectamente recogidas», por Alejandro Gamboa, también exalumno y profesor de la UCAB Guayana. Estas cifras anidan los sentimientos encontrados que, en cada reunión o festejo, los egresados desempolvan del baúl de los recuerdos. De ahí la importancia de cada fecha.
En la ceremonia del cincuentenario, esperan reunir a los seis rectores que han pasado por las salas directivas de la institución, así como al personal que los acompañó. «Esperamos que sea posible porque sería muy bonito y emotivo», agregó Astudillo.
Para el 30 de septiembre, «el propio día, el día del parrandón», los organizadores y la comunidad en general aspiran un «reencuentro maravilloso», pero «para ir calentando motores» están preparando otras actividades que servirán para compartir y escuchar sugerencias para los próximos eventos. A través de la cuenta en Twitter @ColegioLoyola, informarán las fechas y los adelantos.
«Nos emociona que nuestros hijos sean parte de las generaciones de nuestro colegio, que vivan y sientan lo mismo que nosotros. En mi caso hay una particularidad: la maestra que me dio preescolar es la que hoy recibe a mi hijo, no tienes idea de lo que significa», comentó Gamboa, quien comparte con los suyos la alegría de ser parte del proyecto del Loyola, dentro y fuera de las aulas.
APRENDER Y SERVIR
Cada encuentro que proponen los alumnos y exalumnos del Colegio Loyola Gumilla persigue un propósito: unir. Con los días, las expectativas crecen y el grupo se va ampliando: el que está alejado busca acercarse, el que está desconectado desea integrarse; y todos quieren saber qué más habrá. Siendo así, ¿quién no se va a animar?
«Los Loyola nos sentimos como hermanos. Nos encanta reencontrarnos y revivir bonitos momentos. Nos sentimos orgullosos de haber salido de este colegio y mantenemos vivos nuestros recuerdos, pero sobre todo, nuestro lema: ‘entramos para aprender, salimos para servir'», expresó Carlos Guillén.
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