El parlamento italiano eligió ayer como presidente de la República al magistrado Sergio Mattarella por una amplia mayoría, una victoria personal para el jefe de gobierno, Matteo Renzi.
Eligiendo a este austero democristiano de izquierda enfrentado en varias ocasiones a Silvio Berlusconi, Renzi ha logrado cerrar filas en el Partido Democrático (PD, de centro-izquierda) y ha mostrado al excavaliere, aliado suyo en varias reformas, que no depende de él.
También ha demostrado su capacidad de mando: Mattarella, de 73 años, ha obtenido 665 votos, superando ampliamente los 505 necesarios.
La elección de nuevo presidente, juez del Tribunal Constitucional, que inició su vida política hace 30 años en las filas de la otrora poderosa Democracia Cristiana, fue recibida con un largo aplauso por parte de la mayoría de los 1009 «grandes electores»: 630 diputados, 315 senadores, 5 senadores vitalicios y 58 representantes de 20 regiones.
Poco después de conocer el resultado, el nuevo presidente ofreció su primera declaración a la prensa.
«Mi primer pensamiento lo dedico a los compatriotas que sufren y nutren esperanzas», dijo, antes de meterse en su pequeño Fiat Panda y visitar las fosas Ardeatinas, en la periferia romana, donde 335 civiles italianos fueron masacrados por los nazis en 1944.
Mattarella, un siciliano conocido por ser católico practicante, íntegro y austero, recibió inmediatamente un telegrama de felicitaciones por parte del papa Francisco.
«Que pueda trabajar al servicio de la unidad y la concordia del país», le escribió el papa argentino, quien suele mantener una prudente distancia sobre los asuntos internos de la vida política italiana.
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