Esta derecha oligárquica no aprende de la historia y no le interesa el pueblo. Después de 26 años y con los avances y logros habidos en el país en los últimos 15 años, suena anacrónico que se apele a las siglas del FMI, que es un nombre de muy ingratos recuerdos en el continente. El gran capital, la cabeza del mayor oligopolio en el país y el ultraconservador que no solo le vendió su alma al diablo hace más dos décadas, sino que ahora se la revendió a las organizaciones que anhelan ponerle la mano a Venezuela. Ricardo Haussman, sin cargos de conciencia, como una especie de gurú tropical -aunque vive en el norte- decidiendo a quién le van a ofertar nuestra nación.
En el debut número dos de CAP, con el Gran Viraje, llegaron Miguel Rodríguez, Haussman, Moisés Naim y Gerver Torres. A ellos se unió Pedro Tinoco con el Latino, quien llevaba las riendas de las finanzas públicas. Todos, después de la debacle económica del país, se fueron como grandes asesores de los organismos financieros internacionales.
Mendoza y Haussman hablan de la venta de un país y se olvidan de un pueblo que fue vejado en febrero de 1989, pero se levantó, conoció a Chávez en 1992 y ha transitado con él en sus luchas desde 1998 y ahora continúa junto a Maduro. La concepción del Estado y soberanía que tienen Mendoza y Haussman, aflora en su intercambio telefónico y deriva en lo peor del neoliberalismo, donde lo que importa es el saqueo de los recursos, obtener divisas de los entes financieros a cambio de la entrega de la República. De ocurrir esto, desaparecerían misiones, subsidios y se privatizarían las empresas, estatales. Sería la hora de los buitres.
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