Es un hecho cierto que en los tiempos que vivimos, el presidente de la República, al igual que en las más añejas monarquías feudales, el ciudadano en cuestión concentra los más llamativos y decisivos espacios del poder público venezolano.
En Venezuela, después de Dios, Maduro.
Y por el camino que vamos (y si dios se descuida), sólo quedará Maduro.
Yo no sé si esa excesiva concentración de poder, hace feliz (o no), al presidente.
Pero lo que sí sé es que, en este país orientado hacia un presidencialismo abrumador y, totalizante, al final lo que genera es un sistema de gobierno que, sin malas palabras, raya en lo inútil e funcional.
El estado, en el tinglado de sus instituciones, funciona muy poco.
La opacidad del estado deja, a los ciudadanos, sin respuestas en asuntos sencillos. Vitales.
Con ilusiones truncadas.
Se esfuma, como la brisa rebelde, la noción de estado al servicio de la gente.
A la cabeza de ese gigantesco estado, está el presidente Nicolás Maduro.
Él es jefe de las fuerzas armadas. De la hacienda pública Nacional es su principal administrador.
Es responsable y, jefe, de la política exterior (e interior).
Jefe del partido oficialista, así como del gabinete ministerial. Concentra las funciones legislativas y, ejecutivas de la nación.
En la realidad designa a los magistrados (aunque esa palabra es excesiva para ellos) del TSJ. A la Fiscal General de la República. El Defensor del Pueblo le debe el cargo a él.
Designa a los ministros y, a los miembros del alto mando militar.
Designa y, cambia cuando quiera, a los presidentes y directivos de las empresas del Estado.
Le pasa la «línea» al TSJ. Nombra y quita embajadores.
El Estado es Maduro.
Con esas funciones y poderes, eso de presidente obrero es un chiste.
A Maduro estado y, jefe de todos los jefes, y ostentante de todos los poderes, es a quien están dirigidas estas líneas.
Y… digo!
Presidente, cúmplale a los jubilados.
Yo he explicado en otras entregas, y hasta la saciedad, que a los jubilados después del 8 de mayo del 2012, les corresponde el pago doble de sus prestaciones sociales, eso en virtud del nacimiento de la LOTTT.
Siendo mi deseo que ellos no se queden sin respuestas positivas en ese vital asunto.
Ellos lo merecen.
Cuando una persona es jubilada, digamos porque cumplió con los requisitos impuestos por la ley, es decir años de servicio (mínimo 25 años) y, edad (60 años los caballeros y 55 las damas), automáticamente y, por ese evento, está terminando su contrato de trabajo.
Al concluir su contrato de trabajo, a causa de la jubilación, ese hecho debe catalogarse, jurídicamente, como una terminación de la relación de trabajo por causas ajenas a la voluntad del trabajador e, incluso, del patrono.
Es decir, la jubilación da por concluida la relación de trabajo por causas ajenas a la voluntad de las partes.
Cuando eso ocurre, presidente y, por disposición del artículo 92 de la LOTTT, emerge, en beneficio del trabajador/a jubilado, el derecho al pago doble de las prestaciones sociales.
Eso que es tan sencillo de comprender, y que está en la ley, que yo sepa, hasta el día de hoy, ninguna institución o empresa del estado, lo reconocido ni pagado así.
Entiendo que la LOTTT, y sus contenidos, no le son ajenos, Presidente.
Usted coordinó, por instrucciones del extinto presidente Chávez, la redacción de la LOTTT.
No permita que lo que la Ley le dio a la gente, la burocracia jurídica del Estado, se lo dispute y, enrede.
Corte por lo sano. Instruya, de inmediato, el pago doble de las prestaciones sociales en beneficio de los jubilados egresados después del 8 de mayo del 2012.
¡Cúmplale a los jubilados, Presidente!
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