Pueblo con diente roto

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Tal como lo escribo es. Inspírome en la prosa limpia y escéptica del autor venezolano Pedro Emilio Coll, inmortalizado con «La escondida senda»; «El Castillo de Elsinor» y mi preferida, «El diente roto». En este cuento, el médico sabihondo diagnostica erróneamente a Juan Peña, joven perverso y personaje central, diciendo que sufría del mal de pensar. Error del matasano pues el muchacho no pensaba nada y su conclusión se tomó por verdadera, creándole una fama de erudito que lo condujo, sin esfuerzo, sobre altos cargos en política y ciencia. Juan sólo se jurungó el diente hasta que murió…nada más, convirtiéndose en algo que nunca fue, por un mal juicio de experto.

Así parece que juzgan los políticos y poderosos de Venezuela a nuestro pueblo. Somos los que trabajamos para comer, viajamos en autobús, hacemos la cola contra cajeras obstinadas, especuladores y gobiernos de improvisación… El gobierno juega con candela cuando sus medidas ponen en jaque mate la supervivencia del pueblo…la oposición también…cuando una cosa es lo que declaran y otra lo que negocian por la espalda de sus seguidores…no digo todos…pero sabemos quiénes son y que negocian…y eso es sin pensar mucho como el del diente… Están como los chivos rojos que si les criticas algo se enojan y mandan sus comandos de combate a darte coquito…que desgracia…todos hechos del mismo material… ¿intolerancia o ambición?… ¿Sujeción o esbirrismo (mi autoría con esta palabrita, la creación es mi mal…je, je)?

¡Prohibido pensar, de parte y parte!…O estás conmigo o contra mí, como exigen los beneméritos, de ambas pomadas… ¡Insisto! ¿Y eso no fue lo impuesto en política hace quince años y…parece…que se lo aprendieron toditos?…Debo suponer que la dominación, autoritarismo y la necesidad de borregismo (de borrego) se pega. Todos quieren el control sin oposición…Consecuencia: pensar es malo ¿Parece que si el pueblo piensa, critica y se expresa es peor? Bestialidad y censura, ingredientes del mismo cóctel que caracteriza a los mandamás, tanto en mesa, como controladores del gobierno…Cuento que hay mucho socialista y afecto a lo que fue la marea roja que está OBSTINADO de todo…Si señor…Mucho opositor sin rumbo…también.

¿No es contra ese autoritarismo para estúpidos y cobardes que se alzan las banderas del cambio?… Quieren que seamos los que no pensamos…creen que somos como Juan Peña, taraditos porque se nos partió un diente…y ¿Por qué digo esto?…Bueno, porque los cacaos del gobierno y de oposición, o estamos con ellos y repetimos sus consignas siguiendo sus órdenes, aspiraciones, sin preguntas y punto en boca o de lo contrario, eres desadaptado y se te acusa de traidor, espía o esbirro, del otro lado. Te insultan y te excluyen. ¿Cuál ha sido el efecto? El venezolano aprendió a tocarse el diente, no porque no piense, sino porque está calculando la jugada venidera…necesita sobrevivir en medio de la horda de oportunistas que han llevado el país a la guerra, la pobreza, el desprestigio…el odio. Se creen los adalid o adalidas (otro invento inexistente en castellano para hembras), por colocar la cara en la taquilla, o ser ricos, pobres, resentidos de cuna, con ganas de sacarse el trauma con los reales de los venezolanos…Pero no queremos esto… está escrito…se piensa, se habla, se escribe, aunque con el diente roto…y el alma también. Como relata el twitter de Manuela Carmena, alcaldesa de Madrid… «Gobernar es escuchar»…

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