¿Qué deja el mensaje presidencial?

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La brega reflejada por escasez, carestía e inseguridad, conceptúa un nuevo esquema para el ciudadano que se obliga a separar su conducta personal del entorno social donde habita. Más allá de la «Memoria y Cuenta» del presidente, la crisis y el desánimo separa a buena parte de la población del forcejeo político tradicional. Hoy la prioridad para el vecino es dotarse de insumos primarios tal como se hacía al inicio de la civilización. Este «socialismo», autocalificado de popular, ha sido precisamente el más impopular y alejado del pueblo en los últimos cien años pues sus acciones fluyen a través ingentes filtros burocráticos, ineptos y corruptos, no para beneficiar a la mayoría sino a merced de «unos cuantos».

La publicidad gubernativa orientada a estimular la cogestión como mecanismo de equidad y reciprocidad, se revela como otra de las tantas ambigüedades causantes de más pobreza e incertidumbre. La mayoría de las Misiones también han naufragado por carecer de organicidad y abundar en improvisaciones. Basta observar cómo se desvanece «Barrio Adentro» mientras los hospitales públicos, forjadores de excelentes médicos y enfermeras, son desairados por causas ideológicas. Es cotidiano ver el padecimiento de enfermos en las puertas de esos hospitales buscando auxilio médico.

Se evidencia así como El socialismo del siglo XXI pierde apoyo de la mayoría. Incluso hasta ha suscitado la huida de sus propios ductores y de los mermados seguidores que hoy se sienten defraudados. Por otra parte los sistemas productivos siguen fustigados a punto de estar en su nivel más bajo desde 1998. Hoy nadie entiende de qué se trata esta revolución, cómo practicarla ni hacia dónde va. Lo más grave es que mientras el gobierno loa el colectivismo equitativo las instituciones democráticas se degradan presurosamente.

La fórmula instituida por Chávez perdió efecto seductivo y, por contrario, se ha trasformado en estorbo para los mismísimos tutores de esta «receta reparadora». Las coartadas ambiguas para justificar el fracaso como derecha capitalista hasta guerra económica pasando por el intervencionismo del imperio carecen de efecto político para quienes pernoctan en las calles haciendo colas hasta de 6 horas para adquirir un kilo de leche en polvo.

Como si fuera poco la cogestión marxista ha forjado, además de la quiebra de las empresas cogestionadas, una terrible corrupción, caída brusca de la producción y desaparición de buena parte de empresas creadoras de empleos productivos. La gente impugna a quienes le engañaron vendiéndole esta utopía destructiva. Ahora la mayoría se sabe degradada y sometida a una humillante pobreza no obstante los ingentes recursos de un millón de millón de dólares ingresados en menos de tres quinquenios.

Vale citar lo ocurrido con el auxilio norteamericano a la Europa devastada por la Segunda Guerra Mundial; causante de destrucción y muerte de más de 60 millones de personas. Mediante el llamado Plan Marshall, 17 países europeos aprovecharon el aporte «del imperio» de 12.500 millones de dólares, distribuidos en 3 años (1948-1951), para reconstruir el continente arruinado. El ingreso de Venezuela entre el 2000 y 2014 supera 80 veces la cifra del Plan citado mientras nuestra infraestructura se arruina y la pobreza y escasez aumenta al punto que el ciudadano es marcado con tinta indeleble en las colas mientras espera turno para comprar algo y no «ose repetir».

El anzuelo del aumento salarial es inútil mientras la inflación interanual esté en el orden del 60% o más. La pregunta incontestada es por qué el régimen no genera los cambios. Porque no sabe hacerlo o está trabado por imposición de radicales izquierdosos a lo cubano. Más allá de mensajes presidenciales y declaraciones optimistas, el país reclama paz y estabilidad social.

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@MiguelBM29

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