Esta expresión a primera vista da la impresión de algo contradictorio, porque no es posible un enfermo saludable ni un saludable enfermizo, pero en nuestro caso no nos referimos a una persona que esté enferma o saludable, nos referimos a la situación de salud de la población que está “enferma”, porque los individuos que la integran están expuestos a mayor riesgo de enfermar o tienen ya enfermedades y cuando las padecen sufren para recuperar nuevamente la salud.
La población está expuesta a riesgos de enfermedades transmisibles, algunas de las cuales estaban relativamente controladas o limitadas a determinadas áreas geográficas y nuevamente han aumentado y constituyen problemas importantes de salud pública. El escenario epidemiológico de las enfermedades transmisibles, lo comparte la población con enfermedades crónico degenerativas y además con enfermedades derivadas de accidentes y violencia de diferentes tipos.
Una vez que la persona padece una enfermedad entra en el sistema de atención médica para que le hagan el diagnóstico, pero en este punto también se observa una “Salud enferma”, porque generalmente se necesitan equipos e insumos que por las circunstancias existentes hay déficit de los mismos y limitaciones para conseguir los repuestos que garanticen el funcionamiento adecuado de los equipos y todo esto causa un retardo en el establecimiento de un diagnóstico preciso, lo cual produce un diagnóstico tardío que en ocasiones puede ser fatal.
Cuando se ha hecho el diagnóstico, necesita tratamiento que puede requerir medicamentos y empieza un vía crucis compartido entre el paciente y el médico para conseguir el medicamento, récipes que tienen el medicamento A o el medicamento B o el medicamento C y así sucesivamente, con indicaciones que alternan varias posibilidades, lo cual aumenta el riesgo de confusión del paciente en el momento de cumplir las instrucciones, sin tomar en cuenta la cadena de farmacias que a veces debe visitar para tratar de conseguir parte del tratamiento indicado. Si el tratamiento es quirúrgico debe también hacer el mismo procedimiento con material medico quirúrgico o con medicamentos y si en la terapia está involucrado un equipo de alto costo, tiene las limitantes derivadas de la falta de repuestos y del envejecimiento de equipos que no han podido ser renovados. Todo esto retarda en forma importante el tratamiento de enfermedades que se sabe que pueden ser controladas, pero que con las limitaciones mencionadas, el resultado final no es el deseable.
La salud es un derecho universal, pero como contraposición la enfermedad también es un padecimiento universal, independiente de género, aspectos étnicos, religiosos, económicos, sociales o políticos, en el caso de la salud se cumple la “ley del todo o nada”, porque si por ejemplo alguien tiene dengue, o Zika, un vecino está sano, pero hay las condiciones ambientales de transmisión del virus, la o las personas expuestas, pueden presentar la enfermedad independientemente de cualquier condición.
El tratamiento para la “Salud enferma” se ha orientado a medidas sintomáticas que pretenden resultados inmediatos, pero el tratamiento, puede ser que tenga medidas de corto plazo por la urgencia de situaciones específicas, pero el tratamiento definitivo debe ser orientado hacia las causas y no sólo a las consecuencias. Para tener una “Salud saludable”, aunque esto parezca redundancia, es indispensable partir del diagnóstico y plantear una solución sistémica, mediante el desarrollo de un modelo de gestión que garantice la universalidad de este derecho para lo cual se requiere una concertación de alianzas y esfuerzo conjunto de todos.
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