Sesenta Años Después

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Se siente como el ayer, pero a su vez se duda de como se sentirá mañana

Mente joven en un cuerpo ya maduro, muchas ideas y poco espacio para esparcirlas, muchos sueños y pocas noches ya para seguir soñando, mucho por hacer aún en un mundo complicado.

Relaciones antagónicas, entre amigos que te hacen más daño que los enemigos, muchos enemigos que te han ayudado a crecer, queriéndote entorpecer en tu crecimiento personal y profesional; otros lazos más allá de la sangre que han tallado lealtad.

Un largo camino sinuoso, con muchos lugares placenteros, otros misteriosos y llenos de obstáculos; pero también ha planteado retos en cada recodo que el camino ha mostrado; y eso, y solamente por eso, ha valido cada paso recorrido.

Amor de niño, inocente, sin prejuicios. Amor de adolescente, amor que deja huellas, amor sin futuro pero lleno de esperanza, amor soñador. Sentimientos de adulto, amor con compromisos, amores que pueden durar o no, pero que dejan marcas profundas en tu corazón, cicatrices que no sanan y sangran en cada atardecer.

Tanto tiempo vivido, tanto tiempo por vivir, todo un mundo aún por explorar; nuevos retos, nuevas aventuras, nuevos caminos por recorrer.

Que emocionante el andar con zapatos que ya saben donde pisar, con ojos que saben donde mirar, con oídos que únicamente escuchan lo que quieren escuchar, con manos que saben donde tocar, con labios que saben donde besar, comunicación con palabras que construyen y no destruyen, palabras con sentido y con conocimiento absoluto de su semántica; eso es: ¡Vivir Viviendo!.

Qué bondad la de entender que la verdad únicamente está en tu corazón, que el conocimiento intrínseco de la vida reside en tu interior.

Décadas buscando la verdad; ese conocimiento filosófico de que El Creador nos ha bendecido con el libre albedrío, con la capacidad de ver sus obras en cada rincón donde posamos nuestra mirada; allí, en cada simple criatura, en cada amanecer, en cada anochecer, en cada estrella celeste y en cada cosa animada o inanimada que la naturaleza ha colocado en su sitio ideal.

La verdad absoluta no existe, ella es relativa a cada cultura y religión, no se soporta sobre los hechos intrínsecos del pensamiento individual y únicamente existe bajo la aceptación del colectivo; quien muchas veces la distorsiona bajo el influjo de una clase dominante; por eso la verdadera libertad del pensamiento viene de la creencia individual de las cosas y de su conexión con la naturaleza y la ciencia; en una dualidad entre la mente y el espíritu; entre lo cognitivo y pragmático de hechos repetitivos y de fenómenos más allá de lo material, hechos que trascienden la física cuántica y lo material; entrando en terrenos desconocidos a la mente humana; pero no así, a su espíritu.

 El conocimiento universal nació con el universo y ha evolucionado con él, no conectado con el tiempo mas si con el espacio; ese conocimiento que reside en el espíritu y está vedado al pensamiento humano en su estadía temporal en el globo terráqueo; conocimiento muy lejos de la comprensión de la materia y sus restricciones impuestas por el espíritu, para así lograr seguir evolucionando, bajo el libre albedrío impuesto por El Creador, como única condición para la evolución de nuestra energía vital trascendente a la materia y al tiempo.

Nuestra verdadera energía es infinita, pero se define su evolución por las estadías temporales encarnados como seres materiales, en esa transición entre materia y energía.

¡Vivimos y morimos por la misma causa!; la diferencia reside en la intensidad y la manera de sentir cada nueva emoción, cada nueva estadía en el ciclo infinito de la evolución de nuestra energía vital!

José Manuel Rodríguez Gómez

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