Por aquellos tiempos mejores que nos tocó vivir sin los apuros de ahora, una muchacha del barrio solía tongonearse camino a la panadería con una falda corta plisada y una camisa de tafetán floreada dejando ver obligo y busto llamativos que obligaba lanzar el piropo de moda: «estas como me la recetó el doctor Alonzo».
Este citado galeno llegó a ser muy apreciado en el pueblo por sus bondades altruistas al tanto que era consultado por cualquier malestar de salud. Las mujeres venían de todas partes del Oriente del país presumiendo un embarazo y se citaban para que el doctor decidiera si era oportuno o no el alumbramiento de una criatura; eran más las que deseaban lo contrario para evitar deshonra en la familia y los comentarios citadinos.
Entre otras cosas, muchos de los pacientes y «allegados», no daban un paso si el doctor no lo autorizaba. Era el que decidía el «bienestar» del pueblo.
Se coloca este cabezal de opinión para señalar, como en los cuentos negros de Rafael, cuando un muerto le dejó al «hijo natural» un legado de epifanías para que en su momento dado, las pusiera en escena y el jolgorio bien luciera para tapar toda clase de atropellos y vulgares señalamientos contra todo aquello extraño a su manera de imponer procesos políticos aventajados en negar a otros y sus cualidades espontáneas.
Así es como han contribuido a que se acentúe más la división en la sociedad venezolana.
Todas las variantes estimadas y calculadas para el arrebato de la civilidad vienen siendo calcadas de manera tal que se han convertido en un discontinuo ejercicio de arbitrariedades.
Han seguido el ejemplo que el difunto dejó cometiendo todo tipo de abusos y ensañamiento contra el pueblo, contra su propio pueblo.
Se afincó más la entrega a los cubanos y los chinos salen favorecidos amarrando al país con los préstamos que hay que pagar hasta la eternidad.
En comparación con otros tiempos, éste que se está viviendo ahora se facilita visual por la ineficiencia y la mediocridad, la impunidad y la corrupción, la arbitrariedad y el abuso.
Para tal cumplimiento de la recomendación post morten, aplauden con satisfacción draconiana cada uno de los citado en la agenda del difunto. Y mírese en el espejo cuando se le vende el alma al Diablo, se la cobra fuerte así esté disfrazado en la fiesta de todos los santos.
Los OLP ahora se encargan de recoger los vidrios rotos, cuando ya los males están hechos. Se acabó el chavismo y terminó la revolución.
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