Pedirle a los políticos transparencia equivale a un acto de escandalizar, de desenmascaramiento, uno en el cual la exigencia no proviene de un ciudadano en ejercicio sino de un espectador escandalizado y pasivo que reacciona lanzando reclamaciones y quejas.
Semejante comportamiento puede ser definido como propio de una sociedad cansada, de una que también podría ser llamada una «democracia de espectadores». Si existiese transparencia no habría confianza, pues esta última sólo es posible a pesar de no saber.
La «verdad» queda diluida porque en la petición de una sociedad transparente es la apariencia lo que se torna predominante. Debemos «parecer».
Andamos inmiscuyéndonos en algunas de las ideas de Byung-Chul Han, surcoreano que está siendo considerado como la nueva voz de la filosofía alemana, una especie de sustituto o reemplazo de Peter Sloterdijk. Su nacionalidad originaria puede ser tomada como muestra del proceso que envuelve a Europa.
Mientras estalla la matanza en París y las noticias nacionales abruman uno se detiene en la mirada del coreano-alemán sobre redes, descritas como un «enjambre digital» de individuos que no desarrollan ningún nosotros, sólo ruido, volátiles, fugaces e inestables. Agrega que liquidan la mediación de la comunicación, la desmediatizan. Chul Han piensa que todo conduce al olvido de pensar de una manera compleja.
Hablar de una sociedad del cansancio podría no resultar tan original, pero sí, si se pone en el terreno de las enfermedades. Época bacterial llega a su término con los antibióticos, para dar comienzo a esta que llama neuronal. Depresión, trastorno por déficit de atención, todo un panorama patológico. Frases trepidantes: «El turista o el consumidor ya no es más un sujeto inmunológico».
Para la figura emergente de la filosofía alemana esto ya no es más un teatro, es un mercado, uno en el que exponen, se venden y se consumen intimidades. La diferencia, arguye, es que en un teatro se representa, mientras un mercado es un lugar de exposición.
Allí va el surcoreano, sobre la esfera y la conciencia públicas, al describir esto como un panóptico digital carente de perspectiva mientras sus habitantes creen estar en libertad. Leemos mientras vivimos presente.
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