Los residentes han alzado la voz con un llamado urgente a las autoridades municipales y regionales, instándolas a que se aboquen a resolver esta problemática que afecta a la comunidad en su conjunto
Ciudad Bolívar. _ Habitantes de la parroquia Agua Salada, específicamente el barrio Colinas de Los Próceres, denunciaron una crisis de agua potable que persiste desde hace más de 15 años.
Los vecinos de esta comunidad, conformada por personas humildes y trabajadoras, se ven obligados a adquirir agua de fuentes no seguras a través de los conocidos «carrucheros», quienes extraen el líquido vital de pozos profundos o aljibes.
Esta situación no solo pone en riesgo la salud de los vecinos, sino que también desata una serie de preocupaciones e incertidumbre en un sector que lucha por mejorar su calidad de vida.
La escasez de agua potable en la zona ha llevado a que las familias paguen altos precios por un recurso que es un derecho constitucional y humano.
En este sentido, Elena Carrasquel, manifestó que actualmente, “un tambor de agua de 200 litros cuesta entre 30 y 50 bolívares”, la tarifa está sujeta a la distancia recorrida por el “carruchero”. También existe la modalidad que algunas familias han instalado mangueras desde la casa, hasta donde está el aljibe o pozo.
El valor cancelado por las familias del sector, está muy por encima de lo que representa el costo estimado por el servicio que debería ofrecer la empresa estadal Hidrobolívar. Esta disparidad en precios resalta la gravedad de la crisis y la urgencia de una respuesta efectiva por parte de las autoridades.
Al respecto, Petra Bonalde, vocera del comité de Contraloría Social del consejo comunal, expuso que en la hidrológica les habían dicho que trabajan en la sustitución de las tuberías de asbesto que se ha dañado, desde el sector Las Banderas hasta los barrios Colinas de Los Próceres y Villa Central que son las comunidades más afectadas por la falta del vital líquido.
La falta de agua potable no solo limita el acceso a un recurso esencial, sino que también incrementa los riesgos de enfermedades y genera una carga económica adicional que muchos no pueden soportar.
La esperanza permanece en que las autoridades tomen medidas concretas y urgentes que restablezcan el servicio de agua potable y, con ello, mejorar las condiciones de vida de esta comunidad. Jesús González
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