Los vecinos del Campo A-2 de Ferrominera, en Puerto Ordaz, solo piden dos cosas: que Roxelana Esmeralda Forero sea liberada de su propia casa y que tanto ella como su madre reciban atención médica en un sanatorio.
La mujer – de 43 años- estudiaba sexto semestre de Ingeniería Eléctrica en la Unexpo, cuando un suceso afectó su salud mental: fue secuestrada, drogada y violada.
Desde entonces Rosaura, su mamá, la tiene encerrada en un anexo de la vivienda con vista a la calle, cuya puerta tiene varias rendijas por donde pide auxilio.
Los habitantes de la calle Timotes ya no recuerdan cuánto tiempo lleva aislada, creen que unos seis o siete años, aproximadamente.
Rosaura alega que la mantiene en esas condiciones por sugerencias de funcionarios policiales y que su hija tiene más de un año sin tomar medicamentos, porque no los consigue.
Pese a que la doña asegura que no ha tenido problemas con el resto de los residentes, estos la desmienten.
Cuentan que en ocasiones, cuando sale en las mañanas, aprovechan su ausencia y saltan el paredón para llevarle alimentos, pero últimamente han dejado de hacerlo por miedo a que Rosaura la envenene.
Informan que la amedrenta con un bastón y le vocifera a todos que está «loca».
Se supo que Roxelana tiene dos hermanas, una en Caracas y otra en Barcelona, y aunque están al tanto de la situación, no hacen algo para ayudarla.
Trasciende que la residencia está a nombre de Roxelana y hay quienes sospechan que la señora tiene un solo fin: quedarse con el inmueble.
Los lugareños han buscado asesoría en la Fiscalía y Defensoría. Sin embargo, todo ha quedado hasta allí.
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